Una voz desconocida

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Me revolví en el friolento lugar donde me encontraba. Escuchaba algunas voces a lo lejos pero las ignoré y seguí divagando en mis sueños.

La oscuridad... la fría y solitaria oscuridad... la ausencia de luz que invadía todo mi al rededor era sofocante, pero a la vez tranquila. Sostuve la mirada en la nada a punto a de caer inconsciente pero un mínimo brillo de luz lejano atrapó mi curiosidad y me detuve para observar la masa creciente de fuego que aparecía delante de mí.

Un susurro que provenía de aquella llama levitante disipó por completo mi cansancio, y me aventuré a acercarme aún más para escuchar con claridad lo que decía.

Los susurros se hacían cada vez más prominentes a medida que me acercaba, y a mi alrededor todo parecía recobrar sentido.

-Mi querido niño... ¿Por qué continuas negándote a mi?

Inmediatamente retrocedí optando una pose de ataque. Y la cansada y varonil pero vieja voz continuo hablando.

-¿Acaso no puedes ver tus propios pies?- nervioso le respondí

-¿Quién eres?

-Huhuhu... Soy el único en quien puedes confiar mi pequeño Kenji.

-que diab- Me vi interrumpido cuando la llama que se encontraba entre la misteriosa voz y yo se avivó tanto que lucía como un alto pino. Sin remedio me eché aún más para atrás y noté que el portador de aquella voz se iba alejando dándome la espalda.

-¡Espera!

Grité tratando de alcanzarlo mientras corría pero al no fijarme en mis propios pasos caí en un vacío que no podía ver. El viento silbaba a mi oído más fuerte a medida que la caída se prolongaba.
Entonces alguien susurró a mi oído, una dulce voz que me tocó el hombro y logró rescatarme de aquel pozo sin fondo.

-Sadao.

Su acento era como escuchar una melodía y se sentía cálida junto a mi.
En un par de parpadeos me encontraba ya despierto.
Desenrolle mis piernas y brazos y al girarme una chica de delgados cabellos blancos me miraba con una sonrisa. Su mano estaba puesta en mi hombro y al verla pude ver los azulados ojos que estaban ligeramente rasgados tras el grueso cristal de sus redondos y grandes lentes; los cuales se posaban sobre una diminuta naríz, tan fina... Se apartó y se irguió apoyándose sobre sus rodillas.

-¿Te encuentras bien?

Me acomodé en mi asiento inclinándome hacia ella.

-Es verdad, eres la chica que estaba ahí el día que me rompí el brazo.- La chica se sonrojó y bajo la mirada ansiosa, parecía agradarle el hecho de que la recordara.

-Parecía que tenías un mal sueño- se puso de pie, se sacudió la falda y me tendió una mano- Soy Chiyoko Haru por cierto.

Detrás de ella había un chico de perfil igual de delgado y su cabello en hongo tenía el mismo color brillante que el de Chiyoko. Tomé la mano de ella en un saludo.

-Sadao Kenji- me presenté.

La chica sonrió tímidamente y entonces el chico que se encontraba detrás la tomó abrazándose a su brazo derecho.

-Vamos, papá nos espera. Uh, ooh pero si eres Sadao!- se inclinó exageradamente hacia mi mostrándome sus afilados colmillos en una gran sonrisa.

-Me han hablado mucho de ti y de lo increíblemente guapo que eres- Chiyoko se pintó de rojo al oír eso y en seguida trato de alejar al chico, quien seguía hablando en euforia.

-Ha no le hagas caso, está un poco estresado hoy, n-nos vemos.

Salió corriendo tirando del brazo al chico y se dirigieron al centro del edificio.

Liam y Akihiko se encontraban riendo de la situación mientras yo miraba desconcertado a los chicos.

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Holaaaaa, este capítulo es relativamente corto a los demás pero sinceramente esta bien ponerle un pequeño corto, el próximo será la segunda parte de "una voz desconocida"

BAJO LAS ALAS DE LOS DIOSESDonde viven las historias. Descúbrelo ahora