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-¡Ha sido algo increíble! Un momento antes me llevaba a todo galope sobre el condenado caballo ese, y luego, de pronto, me pide que trabaje para él... ¡Jamás he conocido a un tipo tan loco como éste!

____ estaba hablando por teléfono con Elliott desde el hostal en el que se había hospedado, contándole su encuentro con Harry Styles de aquella misma tarde.

-De todas formas, he aceptado el trabajo para poder entrar en el castillo -le explicó-. Pero no pienso quedarme mucho. En cuanto tenga lo que quiero, montaré en el primer tren que salga para Londres, así que espérame para finales de esta misma semana -añadió, riéndose.

-Nada me gustaría más que eso -contestó Elliott, pero parecía preocupado-. ¿Estás segura de que es una buena decisión trabajar para ese hombre, ____? Me parece que está un poco loco.

____ estaba sentada con las piernas cruzadas sobre la colcha de su cama, vestida con un albornoz y con el pelo aún húmedo de la ducha.

-Y es cierto que está como una cabra, pero no es peligroso. ¡Sólo arrogante y exasperante como ningún otro!

-Si estás convencida de estar haciendo lo correcto...

-No tengo alternativa, Elliott. Es la única forma de entrar en el castillo y ya te he dicho que no pienso quedarme mucho. En cuanto tenga las fotos para la tía Julia, desaparezco.

-De acuerdo, pero vuelve a llamarme dentro de unos días, ¿vale? Quiero saber qué tal te va.

____ se despidió de él con un beso y colgó el auricular sonriendo. Menos mal que podía contar con Elliott... ¡un oasis de cordura en tanta locura!

Se tumbó sobre la cama y miró al techo. A Elliott le apetecía mucho ir con ella en aquel viaje, y se había desilusionado mucho cuando compromisos de trabajo le habían impedido marcharse con ella, aunque le había prometido que pasarían juntos al menos un fin de semana.

Ella también se había desilusionado mucho. En los seis meses más o menos que llevaban juntos, habían entablado una relación bastante buena, y le hubiera gustado compartir con él aquella experiencia de Yorkshire.

Había conocido a Elliott a través de un amigo común en Londres. Igual que ella, también era norteamericano y trabajaba en un banco en el centro de Londres. Habían conectado inmediatamente porque tenían muchas cosas en común. A los dos les gustaban las exposiciones de arte, los conciertos y los buenos restaurantes, y lo habían pasado muy bien conociendo Londres juntos. Y conociéndose el uno al otro.

____ sonrió y se incorporó para secarse bien el pelo con una toalla que había dejado sobre la mesilla. Tenía la sensación de que en el futuro llegarían a conocerse todavía mejor. Como ella, Elliott debía volver a Norteamérica en septiembre, y habían hablado ya de hacer viajes regulares entre Filadelfia y Nueva York.

Pero eso era todavía el futuro. Aún tenía un presente al que enfrentarse en la abominable forma de Harry Styles.

Frente a ella, sobre el respaldo de la silla, estaban los vaqueros que había llevado puestos. La tela no se había rasgado tanto como Harry le había hecho creer. No podía haber visto nada al subirla al caballo.

Ese pensamiento le encogió el corazón. El caballo. Aquel increíble galope por la pradera... mejor no pensar en ello, así que se levantó de la cama, miró el reloj y volvió a secarse el pelo con la toalla. Ya era hora de irse a dormir. Al día siguiente, tenía que levantarse temprano.

Quince minutos más tarde, se estaba metiendo en la cama, maldiciendo entre dientes al poner el despertador. ¡Se suponía que estaba allí de vacaciones, y había terminado trabajando para aquel hombre tan insoportable! Los días que tuviera que permanecer en el castillo iban a ser odiosos, y de pronto, sintió la necesidad de estar al lado de Elliott.

Una SonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora