Una nueva generación de autores heroicos se ha levantado en el mundo naranja. La agencia wattpader G.E.N.O.M.A. ha sometido a los sujetos a una serie de pruebas experimentales para probar su fuerza, agilidad y registrar su crecimiento.
Al día de hoy...
Lloraba. La chica lloraba. El olor del fuego le había despertado, y cuando fue a advertir a sus padres, descubrió que ellos dormían, pero ya no iban a abrir los ojos nunca más.
Entonces, decidió huir sola. Apenas había tomado una mochila para emergencias con lo justo para vivir, y su celular.
La puerta. Las ganas de huir y el mareo que le invadía le hacían verla cada vez más lejos. Tardó en encontrar su camino entre las llamas y acercarse a abrir... y así, sobrevivir.
No obstante, la puerta se derrumbó. Cayó pesada sobre el cuerpo de la chica, cubriéndole desde las piernas hasta el pecho. Gritó. Gritó como nunca, y lloró más.
Sus cabellos rubios se calcinaban, el humo gris se colaba por sus fosas nasales, la puerta sobre ella comenzaba a arder, y la joven moría de a poco.
La muerte ya comenzaba a acercarse, a tocarle el rostro con sus esqueléticos dedos, y ella exhaló por última vez.
No obstante, a pesar de haber muerto, sus mejillas seguían sonrojadas, y su piel, caliente. La parca se percató de aquello casi de inmediato. La chica tenía los genes mágicos.
Así, aunque su aparato respiratorio hubiera colapsado, su corazón latía fuerte, y su sangre corría más rápido. Entonces, la muchacha tomó una gran bocanada de aire, sus quemaduras se sanaron por arte de magia, y las manos se le prendieron en fuego. Regresó a la vida, que le había otorgado en su genética una segunda oportunidad, junto a unos maravillosos poderes.
Las llamas en sus manos lograron volver la puerta a cenizas, y liberar a la rubia de su prisión. Respiró, y se levantó.
Se miró las palmas, que todavía ardían, pero no le quemaban la piel. Se quedó boquiabierta, y sollozó por última vez.
Alguien había notificado el incendio. Lo supo cuando dos bomberos entraron alarmados, quizá por el tamaño del incendio que veían. Toda la casa estaba en llamas.
Luego, todavía más asustados, miraron con atención las manos de la chica, que todavía no dejaban de arder.
Uno de ellos se quitó el guante de la mano izquierda y encendió fuego en la palma de ésta.
La joven se sorprendió.
Él la miró a los ojos.
—Tú también tienes los genes...
—¿Y qué significa esto? —comentó, asustada.
—Has sido creada para manejar el fuego, pero recuerda: Tú no eres aquello para lo que te hicieron. Tú eres algo más. Eres lo que decides ser.