Una nueva generación de autores heroicos se ha levantado en el mundo naranja. La agencia wattpader G.E.N.O.M.A. ha sometido a los sujetos a una serie de pruebas experimentales para probar su fuerza, agilidad y registrar su crecimiento.
Al día de hoy...
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1 – Éxodo
Desde que tenía memoria, había sido un esclavo obligado a beneficiar a unos pocos. No había conocido nada más allá del pabellón en el cual era temido —supuestamente— y adorado —también—, aquel lugar de refinada apariencia, pero que solo ocultaba los más terribles pecados. En medio de él yo estaba. Gruesas cadenas color ocre me sostenían en el aire, y me mantenían inmóvil para que los ancianos del lugar pudieran hacer conmigo lo que les placiera.
Mi estancia se reducía a un constante dolor de cabeza, acompañado de una debilidad que había estado conmigo durante toda mi vida. A determinadas horas, cuando el sol atravesaba los dorados vitrales, uno de los hombres, el más viejo, gritaba al cielo mi nombre, o al menos el que creía era, y mis cadenas hacían algo extraño.
Sentía como si mi vida fuera jalada por una fuerza inhumana. Había recibido castigos antes, pero ninguno se compara con aquel acto rutinario que el viejo decrépito realizaba.
—Figlio dell'ombra, Crowen Arshae, con il tuo sangue caotico modelleremo il mondo perfetto. —Cantaba— Con il tuo spirito corrotto purificheremo il male dell'umanità. Oh, Crowen Arshae, sarai il ponte tra noi e la perfezione. —Las cadenas adquirían un brillo celestial, y mi energía huía de mi cuerpo a través del metal.
Aquella tortura había sido la misma durante años, todos los días, sin falta. Realmente no podía evitarla, y ni siquiera trataba de hacerlo, ya era parte de mi vida. Suponía que ese era mi propósito, ser el muñeco que un grupo de matones podía golpear y tratar como quisieran, incluso como testigo, pues ante mis ojos siempre se realizaban los actos más deplorables que pudieran haber sido imaginados por el más trastornado: violaciones, sacrificios, mutilaciones, de todo; mi mundo —el de ellos— era un infierno, y parecía que mi única compañía es el diablo.
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Un día como cualquiera, en medio de mi tortura del mediodía, mi mundo dio un giro de tuerca.