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-He traído un acompañante.

-¿Cómo?

____ levantó la cabeza de la revista que había estado ojeando y fijó la vista en el hombre que había hablado desde la entrada.

Harry Styles, claro. ¿Qué otra persona podía ser?

Habían pasado cinco días desde que ____ se había despertado en aquella cama de hospital y había recibido la promesa de aquel hombre de que volvería. Promesa que había cumplido. Al día siguiente, había aparecido al lado de su cama y también el resto los días.

Pero era evidente que la doctora Greene o algún superior había hablado con él. El tono de voz que había utilizado el primer día, agresivo y duro, había desaparecido. Tampoco había vuelto a interrogarla, así que el poderoso atractivo sexual que ella había notado en él parecía haberse hecho más patente.

-Perdón, ¿cómo dices?

____ rezó para que él no notara el nerviosismo de su voz, el temblor débil, que no pudo evitar, como resultado de la inesperada llegada del hombre. No quería que él sospechara lo que su simple presencia ejercía en ella. Solo la imagen de su cuerpo delgado, su cabello negro y sus ojos dorados hacía que se le formara un nudo en la garganta y que el ritmo de su corazón se alterase.

Y ese día fue aún peor. Cada vez que lo había visto, él había ido con el mismo traje oscuro de la primera vez. Pero en esa ocasión, quizá como concesión al día soleado que hacía, había dejado a un lado toda formalidad y había elegido unos vaqueros cómodos y una camisa de manga corta.

Los pantalones resaltaban su estrecha cintura, acentuando su virilidad de un modo completamente seductor. La camisa blanca de algodón contrastaba con la piel bronceada de sus brazos y cuello, dándole un aspecto más moreno y exótico.

____ se agarró nerviosamente a la colcha de color melocotón de la cama, consciente de la piel pálida de sus brazos y escote. Deseaba taparse y, a la vez, le daba miedo que él se diera cuenta de lo que sentía.

-He traído conmigo a alguien...

-¿Otra visita? Es una sorpresa. Creo que no conozco a nadie en Londres.

Todavía no recordaba el accidente ni los días anteriores a él y le resultaba muy frustrante que ni Harry ni la doctora tuvieran intención de contarle nada al respecto.

-Tienes que ser paciente -era la respuesta que oía cada vez que preguntaba algo o se quejaba de su falta de memoria-. Es preferible dejar que tu memoria vuelva poco a poco, en vez de contarte nosotros lo que pasó.

-¿Y dónde está tu amigo?

-Aquí.

Al decirlo, Harry levantó un bulto con sus bronceados brazos y lo depositó sobre la cama.

____ se dio cuenta, entre sorprendida y divertida, de que era un cesto y que dentro había un bebé con un traje azul.

- ¡Oh, es precioso! -exclamó con una amplia sonrisa.

Sin pensarlo, se inclinó hacia delante para agarrar al bebé. Luego, se quedó inmóvil, dudando de lo que Harry pudiera pensar.

-¿De verdad lo crees?

La reacción de Harry fue completamente distinta a lo que ella había esperado. Notó una extraña tensión en su voz, algo que puso los nervios de ____ a flor de piel.

- ¡Por supuesto que sí! ¿Quién podría...?

No terminó la frase, ya que el sonido de su voz hizo que el bebé se estirara de repente. El pequeño movió las piernas y agitó los puños en el aire. Luego, abrió sus enormes ojos negros y los fijó en los de ____. Esta notó un nudo en la garganta.

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