1.- La Pregunta.

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—Kuroo— susurró casi audible, en medio del silencio con un tenue sonido de la respiración de ambos. —¿Estás despierto? — preguntó de forma suave acariciando mi pecho.
—¿Huh?  Uhmmm... Más o menos, ¿qué pasa? — pregunté abriendo un ojo, sólo veía la oscuridad con una luz tenue blanca o amarilla, de la luz de afuera que apenas iluminaba entre las cortinas, lo sentía tan cerca, su leve calor, estaba ahí, abrazándome.
—¿Qué pasaría si desaparezco y nunca más vuelvo?... Algo así como morir... ¿Me extrañarías? —  preguntó de forma seria con un tono suave y triste, me quedé callado.

Desde esa pregunta en la madrugada del 12 de agosto, empezó todo.

Abrí ambos ojos mirando al techo ¿Qué clase de pregunta era esa? Era obvio que lo extrañaría, ¿había tenido alguna pesadilla? Kenma siempre había sido un poco apagado pero era de las personas luchaba, o bien eso creía, me giré hacia él y lo abracé. —¿Qué clase de pregunta es esa Kenma?... Obvio te extrañaría, me moriría sin ti... ¿Estás bien? — pregunté pegando mis labios a su cabeza, Kenma sonó respondió «Sí» y durmió tranquilamente, yo procedí a hacer lo mismo.

En la mañana siguiente fui el primero en despertar, como era costumbre, me dirigí a lavarme los dientes y hacer el desayuno, todo normal hasta que lo llamé, no contestó; fui al cuarto a ver que pasaba y estaba sentado en la cama observando a la nada con una mirada perdida e inexpresiva. —Kenma... El desayuno está listo...—  dije en voz en alta, lo llamé un par de veces, todas sin respuesta, me senté a un lado, puse mi mano sobre la suya apretandola suavemente. —Kenma... ¿Pasa algo? — reaccionó parpadeando varias veces mientras soltaba un suspiro largo y cansado, hasta que miró y sonrió cálidamente.
—¿Huh? Sí... Todo bien, estaba pensando como pasar un nivel...— expresó acercándose a mi y depositando un beso en mis labios. —Vamos a desayunar... Huele increíble. — dijo parándose de la cama jalando mi mano, no entendía nada pero le creí.
El desayuno estuvo bastante tranquilo, solo estaba más callado como de costumbre, creía que era normal, después de eso se fue a acostar y durmió todo el día, pensaba que estaba cansado así que lo dejé pasar y me dediqué a hacer mis pendientes.

El invierno de tus ojos. Kuroken. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora