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Han pasado exactamente veinte días de lo ocurrido Kenma no quiso tomar el tema, cada que intentaba ponerlo sobre la mesa, él me sonreía y me decía que todo estaba bien, me acariciaba la cara y me besaba, decía cosas tipo: «Mira... Ya estoy mejor... ¿Ves? Solo fue un pequeño quiebre, ni siquiera recuerdo que pasó.» me decía con la sonrisa tratando se esforzarse, no me dejaba ni siquiera hacer una pequeña palabra, no me dejaba tocar las vendas, me había quitado las tarjetas de los médicos, decía que eso que pasó había sido fruto de una serie de noches en vela y el estrés, que ahora se encuentra mejor.

En realidad ¿lo estaba?.

Mejor dicho ¿lo estábamos? Yo cada que veo esas marcas, esas vendas, un Kenma intentando de engañarse haciéndose pasar por un sujeto feliz, no podía evitar en sentir tristeza, mi pecho se llenaba de dolor, me sentía infinitamente triste: ¿Tanto desconfiaba de mí? Es decir, para que no me dijera que estaba mal, que se sentía mal ¿acaso no éramos él y yo contra el mundo?.

Había buscado en la web que pasaba ¿Kenma tener depresión? Bueno, eso era claro, pero ¿podíamos hacer que nada había pasado? Él era un enigma, no entendía, empezaba a sentir incomodidad por la incomodidad de Kozume tratando de actuar normal, a veces cuando pensaba que se había librado de mí, soltando un suspiró de cansancio y se hacía pequeño.

Los días se hacían pesados, a veces no quería llegar a casa sentía el rechazo de Kenma, su autoengaño, su soledad, me dolía y me deprimia aún más, aunque no quería dejarlo, no quería que me dejara. ¿Soy una mala pareja? A veces veía el alcohol con deseo quería ahogarme en alcohol... Aunque sea un día, quería sentirme con esa felicidad de que no importaba nada.

Un día llegué bastante tarde a casa por trabajo, estaba todo en silencio y todo a oscuras, mi corazón se paró, sentí pánico, trague saliva y corrí buscándolo, solo podía gritar su nombre, corrí al baño, al cual no podía entrar desde ese día, me bañaba ahora en el visitas, para evitar recordar aquel maldito día.

No había nada en ninguno de los baños, hasta que me lanzó un zapato y con cara de molestia... Estaba con el  rostro en lágrimas, suspiré de alivio y le agradecí a Dios, ¿existía? No creía y aún así le rogaba por Kenma.

Lo abracé, el menor parecía más que nada desubicado, me respondió el abrazo, el llevaba una sudadera mía y lo abracé más fuerte para que no se me escapara, sentia su cuerpo tibio, su olor y diciéndome palabras tratando de reprender mi actitud escandalosa.

Me dió suaves besos en el cuello, se sentía tan bien, tenía tiempo que no nos tocábamos, sus manos frías me sé deslizaba para desabrochar mi camisa, me separé un poco y acaricié su rostro, él me miró con la cara como si estuviese diciendo: ¿por qué paras? No pude evitar sacar una pequeña risa y empecé a besarlo, sentía que quería estar conmigo. Yo también.

(...)

Los próximos días habíamos tenido sexo de dos o tres rounds, parecía disfrutarlo, sólo esperaba a que terminará de comer para treparse en mí y pedir que le hiciera el amor, eso no había pasado desde que nos mudamos a un departamento más grande y quería juguetear en todos los rincones de la casa, si él lo quería ¿Quién sería yo para negarlo? Eran días bastante vívidos, Kenma cada día me reafirmaba que quería estar con él toda la vida.

Una noche, después de terminar el acto, me intenté levantarme y él me jalo, me miró suplicante rogando que no me fuera de ahí, de la nada esa aura de tranquilidad y satisfacción se rompió con Kenma empezando a llorar en un abrazó, pregunté sin éxito hasta que cuando estaba más tranquilo, él solo negaba, hasta que me miró y por fin lo escuché un poco tranquilo con la voz rota y un poco ronca.

—¿Qué pasaría si un día desaparezco? ¿Me extrañarías? — me preguntó Kenma, mirando al vacío, con la cara empapada. —Está bien si no lo haces... Digo, puedes extrañarme un par de años pero después todo estará bien. — comentó sin dejarme hablar, ¿cómo podría saberlo? Él no estaba dentro de mí, aún así lo suponía con tanta seguridad, no sabía mi sentir pero parece que él planeaba dejarme, un nudo en la garganta se hizo presente, me sonrió de una forma tan vacía, en esa sonrisa se asomaba una infinita tristeza, simplemente no salían palabras para reconfortarlo, él me suplicaba que no me fuera pero él se estaba despidiendo, él se iba a ir. ¿Cómo responderle a el amor de mi vida que me anunciaba su partida?

Me dolía el pecho, estaba ahí a mi lado y a la vez no estaba, las palabras, mi sentir, mi amor no era suficiente razón para que se quedara ¿Qué demonios puedo hacer para que se quede? Si mi amor no es razón suficiente para que decidiera no hacerlo ¿Qué podía hacer o decir? Daría mi vida con tal de que él fuese feliz.
Si pudiese cambiar mi vida con tal de que Kenma no se sintiera así... Daría mi vida y la de mis siguientes vidas por instalarle mucha felicidad más de la que ya tenía, si la tenía en realidad, cuando nos declaramos pareja parecía el hombre más feliz del mundo después de mí... Quería decirle tanto pero ¿qué le podía decir?.

Una vez que Kozume se quedó dormido pude romperme a llorar en silencio, me había rendido sin siquiera luchar.

El invierno de tus ojos. Kuroken. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora