4.- Vacío

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Me desperté, había un vacío en mi brazo derecho, él no estaba, sentí un hueco en mí, había silencio, no estaba su respiración suave y pausada, ni sus ronquidos o suspiros leves, como si nunca hubiese existido, como si se hubiese esfumado. Me paré de golpe cuando caí en cuenta de que no estaba, lo empecé a buscar como loco... En el baño, en la sala, en el pasillo del departamento, nada.

Tomé mi celular, me mandaba a buzón, no dejó nada, ni una maldita nota, un mensaje... Nada, estaba desesperado; llamé a todos por si lo habían visto, nada. Estaba desesperado, la sensación de vacío, ¿por qué me había abandonado? ¿Qué hice mal?.

Me tiré en el sillón, Kenma me había dejado, el aire se sentía pesado, las lágrimas empezaron a brotar como si nada, el aura de soledad me estaba inundado.

Me quedé letargico en la mesa ¿Debería buscarlo? ¿En dónde? No sabía dónde mierda estaba, a dónde había ido, nunca se había ido así sin más, empecé a sollozar. ¿Por qué me había abandonado?

Me quedé en silencio mirando a la nada, tenía dolor de estómago, ganas de vomitar, mi vista se nublaba de las lágrimas, no supe cuánto tiempo pasó, no vi la hora y si la vi no la recuerdo, nunca me había sentido tan desdichado.

No sé por qué demonios me quedé ahí, sin hacer nada, sin buscarlo ¿Qué estaba pasando? De la nada una idea llegó a mi mente, no sé si fue porque estaba desesperado pero me levanté de golpe y corrí, Kenma no se iría sin nada... No lo haría.

Entré a la habitación lo más rápido que pude y empecé a buscar su ropa, las consolas, los juegos e incluso sus ahorros, estaban ahí, todo estaba ahí, empecé a reír, algo reconfortante me inundó y luego las lágrimas empezaron a caer... No, aún no se iría.

Sentí alivio de que solo me lo imaginé, suspiré e intenté calmarme, cuando estaba más tranquilo me acosté en la cama y mi móvil sonó, no contesté las primeras dos llamadas hasta que sonó la tercera, dudé un poco, los números desconocidos me causaban mucha desconfianza pero aún así contesté, era una voz tranquila de una fémina.
-Buenas tardes, es usted conocido de Kozume Kenma? - Me quedé congelado ¿quién era ella? Tragué en seco, un nudo en la garganta se formó lo que hizo más difícil tragar la saliva. -Sí... Él es mi pareja ¿Qué pasa con él? - pregunté con miedo, la chica no tardó en contestar. -Lamento lo que voy a decir, Señor... Pero el caballero Kozume ha fallecido, lo atropellaron esta mañana, cuando reportaron el accidente aún estaba vivo pero cuando llegó la ambulancia ya había perdido la vida, Señor, lo lamento mucho. - Solté el celular este cayó en la cama. Se había ido.

Las lágrimas salieron antes de que estuviera consciente empecé a sollozar, todo se había derrumbado, mi amor, mi vida, mi todo se había ido, me estaba hundiendo, el vacío aumentaba, todo estaba perdido.

Una cachetada me despertó, abrí los ojos de golpe, me levanté, lo vi ¿Esto era un sueño? ¿Me había muerto? No importaba, lo estaba viendo, estaba aquí conmigo, lo abracé llorando.

-Kenma... Yo... No... No pude cuidarte... Perdón no te vayas nunca... No me abandones. - Lloré en su hombro estaba desconsolado, si era un sueño no quería despertar jamás, era tan real.  —No quiero que desaparezcas cuando despierte.— Berreaba aferrándome más a él.

-Te amo... No me dejes... - no paraba de repetirlo, lo abrazaba tan fuerte, Kenma me veía confundido, ese sueño, era una maldita mierda, mi mente se burlaba de mí.

-Soñé que te ibas... Que me habías dejado... Yo... No pude cuando me enteré que te habías ido... Pensé que eras un sueño... Ahora... ¿Eres un sueño?... ¿Me vas a dejar? -

Kenma se libró de mi abrazo, tomo mi cara y besó mi frente, no dijo nada, solo me miraba y acariciaba mi mejilla, era un momento tan íntimo. Nuestras miradas se mantuvieron firmes, me miraba con amor, era tan cálido, después de unos minutos desvié mi mirada, tomé sus manos frías y las besé de forma suave.

-Kenma... Si te vas de mi vida, todos los días serían invierno, cómo ese que veo reflejado en tus ojos cuando lloras, cuando estás distante, cuando estás triste... El frío me envuelve... - me detuve para intentar calmarme y no llorar. - Ese frío no lo comparo con nada, ya no te tendría... Ya no valdría  la pena seguir si no estás aquí, en mi vida... Eres como ese sol de invierno, eres cálido a tu forma, eres necesario... Kenma... No sabes cuanto te necesito, no soy nada sin ti... Sin ti solo hay vacío.—

Kenma no sabía que tan enamorado estaba de él, seguía amandolo como la primera vez que lo noté, fue como un flechazo.

Kenma sorbió su nariz y se limpió las lágrimas, se disculpó de forma suave y casi audible, tomé su cara con ambas manos y besé su frente. —No tienes nada por lo que te tengas que disculpar, no hiciste nada. -—Mascullé, lo jalé para caer en las almohadas, lo empecé a besar, se veía triste y preocupado, yo sonreí al acariciar nuevamente su cara.

—Applepi... ¿Recuerdas cuando te dije que te amaba por primera vez? ¿Recuerdas cómo robé tu primer beso? Yo sí... Recuerdo... Incluso como me di cuenta que te amaba. —

Kenma me miró con esos ojos miel, tenía su atención, me sonrió, parecía que necesitaba que le dijera aquello, de cómo lo empecé a amar, sonreí al verlo sonreír pero parecía una sonrisa cansada, fruncí mi boca.

—Kenma... ¿Sabes? A veces creo que te sientes vacío a mi lado... —hice una pausa, acaricié su mejilla con mis nudillos. «No... Kuro... No es por ti, tú... Kuro eres el amor de mi vida, mi primer y único amor, solo que no sé por qué me siento así, triste... No es por ti... Nunca lo ha sido, nada malo en mi vida tiene que ver contigo... Dame tiempo y verás que pasará...» me dijo de forma sueve y tranquila como él lo era siempre.

«Kuro... Uhmmm... Mejor dime ¿Cómo te diste cuenta que me amabas?»

El invierno de tus ojos. Kuroken. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora