6. El Primer Intento

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Era una mañana bastante fría, mucho aire, sorpresivamente había llovido la noche anterior. Recuerdo a Kenma mirar a la ventana como un gato, tranquilo y silencioso, sonrió levemente comentándome que ya iba a llover; yo sacudí su cabello y me dirigí a prepararle un poco de Yakisoba.

Cuando terminé de cocinar me dirigí hacia el estudio de él, me quedé parado en el filo de la puerta observando sus acciones, no había notado mi presencia. Kenma estaba redactando un texto en su computadora, tenía audífonos probablemente estaba escuchando música, cuando él se percató de mi presencia, cerró el documento de forma rápida y me miró esperando el motivo de la interrupción.

— A comer... — comenté sonriendo, él bajó la mirada y expresó con un simple: «No tengo hambre», era de esperarse, Kozume por sí solo no come mucho y si fuera por él se saltaría comidas hasta que siéntese que fuera necesario, me acerqué a él y lo cargué suspendiendo la máquina y quitándole su celular poniéndolo en mi bolsillo. —Si no comes... nada de tecnología, no puedes pasar la vida sin comer, por lo menos una media porción, applepi, te compraré pay de manzana si comes.— No hubo respuesta y no vi su cara debido a que lo estaba cargando como un costal, que claro era un poco más ligero que ello.

Los días transcurrieron, todo era bastante normal, Kenma tenía el mismo humor de siempre, era un alivio ya no verlo llorar por las noches, nunca tocó el tema y no quise tocarlo. Kozume no era de esos que te contaba si le preguntabas, siempre llegaba a contarte, me gustaba respetar aquello.

*****

El peliteñido había estado bastante distante llevaba un mes, forzandose a comer conmigo, no dormía a mi lado por estar jugando, cuando despertaba comía e iba a la cama, a veces cuando no jugaba ni trabajaba lo veía redactando en ese documento, una vez me acerqué para ver que decía, Kenma se puso violento y me sacó de ahí.

Más que neutro se veía triste.

Al día siguiente Kenma me pidió que le dejara el auto, no tenía problemas, casi no conducía pero cuando lo hacía era importante, le advertí la que la cena sería una o dos horas después, ya que tardaba más en llegar a casa, él aceptó y yo me fui.

Era 19 de Octubre a las 19:00hrs, estaba comprando comida en nuestro lugar de barbacoa favorita cuando recibí un mensaje de texto de Kenma.

«Lo siento.»

Miré extrañado el mensaje quizás unos siete segundos para cuando un terrible dolor llenó la boca del estómago, empecé a sudar, guardé mi celular en el bolsillo pagué algo que ni siquiera me llevé y corrí.

Ese presentimiento de angustia me había hecho reaccionar por mi cuenta antes de pensar y analizar ese mensaje, recordé aquel sueño y mi boca se secó de repente, sabía por qué estaba corriendo desesperadamente buscando un taxi, recuerdo haberle dicho al taxista la dirección y que fuera lo más rápido posible, no me importaba el costo, estaba a casi 40 minutos del departamento, si aumentaba la velocidad podría llegar en 15 saltandose muchas cosas.

Llegué en veinticinco minutos.

Estaba tan nervioso, el auto seguía ahí, por lo que veía a lo lejos no se había movido, eso me ponía aún más nervioso, tal vez se había equivocado pero... ¿Kenma era así? No. Él nunca se equivocaba porque revisaba el mensaje varias veces antes de enviarlo.

La preocupación me carcomia, tanto que no podía introducir las llaves en el picaporte, cuando lo logré, lo llamé desesperadamente, la casa estaba en silencio y en penumbra, lo volví a llamar busqué por el estudio, la cocina, el cuarto y cuando llegué al baño, estaba cerrada y se escucha a agua regarse. «Tenemos tina el agua no debe caer» pensé e intenté abrir la puerta que estaba con llave.

Grité dos veces sin respuesta, cuando rompí la puerta, corrí, el agua tenía tintura rojiza, apenas empezaba a desparramarse, lo tomé dando palmadas en sus mejillas, reaccionó.

Me miró con los ojos entre abiertos y empezó a llorar.

«Kuro... Yo... Yo lo siento».

Me dijo entre lágrimas y al percatarse de que había sangre vi pánico, yo estaba destrozado ¿Qué había pasado? Tomé vendas rápidamente del botiquín que teníamos en el baño e hice presión, estaba en shock, no podía hablar, lo cargué rápidamente, ambos temblabamos y llorabamos.

¿Por qué el amor de mi vida trataba de irse así?

Me pregunté de camino en el hospital, Kenma se desmayó y yo empecé a conducir como loco hasta llegar al hospital en urgencias, las vendas se hicieron rojas, Kenma tenía un pulso demasiado bajo, entré llorando y suplicando, hasta que los camilleros y enfermeras se lo llevaron, eran las 20:30 hrs cuando vi el reloj.

Las personas me miraban con lástima, me senté en la primera fila de la sala de espera recargando mis codos en mis rodilla y mi cabeza a esa altura y empecé a llorar.

¿Por qué? ¿Por qué lo había hecho? ¿No era feliz?  ¿No lo hacía lo suficiente feliz? ¿Por qué irse? Me preguntaba, no podía llorar, no me cabía en la cabeza que estuve a unos minutos de perderlo, que ya no lo vería más.

Lo que más me dolía era su mirada cuando me vió, parecía decepcionado, como si no hubiese querido verme por última vez, ese último hecho me deprimia demasiado, pensar que no quería ser salvado me rompía el corazón y me hacía pensar que no lo estoy haciendo feliz.

A las 21:45hrs me llamaron, me dijeron que estaba bien, pero se quedaría en observación y que podría verlo cuando hayan instalado.

Suspiré de alivio.

Si eso se podría llamar alivio, la enfermera se fue, yo miré mis manos, estaba temblando, mi ropa, mis manos  aún tenían su sangre, tragué en seco, no sabía qué hacer, no sabía por qué demonios me estaba conteniendo el llorar, ni siquiera sabía por qué dejé de llorar cuando entré al hospital.

El invierno de tus ojos. Kuroken. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora