5.- El Primer Te Amo.

453 42 2
                                    

Todo empezó en primavera, los cerezos habían florecido, haciendo una hermosa vista, no hacía tanto calor, todo era bastante tranquilo, era un hermoso día... Solo que Kenma y yo no lo podíamos disfrutar, estábamos encerrados, como costumbre, él no quería salir porque aún no derrotaban al jefe final y yo estaba ahí en su cuarto mirando mangas, era algo que no me hubiese importado si no lleváramos más de 3 días encerrados, no estaba aburrido, pero sí quería hacer otras cosas.

—Kenma... Kenma —lo llamé un par de veces más, no obtuve respuesta, me levanté y quedé casi enfrente de él y a un lado del televisor; ladeé mi cabeza, seguía sin hacerme caso, moví mi mano enfrente de su cara, solo me miró con molestia y continuó con lo suyo.

—Tch... Bien... Nos vemos después. — dije en voz alta esperando que me dijera algo, sin éxito, salí enojado y fui a mi casa por el balón de vóleibol para dirigirme a las canchas o donde entrenar solo.

«Malditos videojuegos... Sólo lo atrapan y le quitan sus energías.» murmuraba mientras entrenaba con la pared, sólo quería que los dejara un rato, solo quería que me prestaran a mi mejor amigo.

Hacía calor, eran pasando las 3 de la tarde, no sabía por qué estaba bastante enojado, no sabía si era porque ya no me prestaba atención o porque no quería jugar conmigo, ambas ideas eran bastante egoístas, en uno de mis lanzamientos fue tan fuerte que cuando rebotó contra la pared me lastimó las manos, yo seguía maldiciendo aquello, solo pensaba en que Kenma no me hacía suficiente caso.

Tenía que llegar a doscientos toques sin fallar, eso era bastante complicado pero lo estaba logrando cuando se escuchó a lo lejos un grito bastante familiar.

-¡Kuro! ¡Kuro! ¡Ya pasé el nivel! - Ni siquiera me molesté el voltear, tenía que seguir concentrado, cuando iba a llegar a mi meta, fue cuando el azabache me jaló de la sudadera haciendo que perdiera la concentración. -¿Huh? ¿Qué? - expresé de mala gana, dejando en claro que estaba irritado.

Me miró tranquilo ladeando su cabeza, hizo un ligero puchero que me hizo pensar que era la cosa más tierna del mundo. --Kuro ¿por qué estás enojado? ¿Qué pasa? ¿Estás enojado? —Entrecerré los ojos para fulminarlo con la mirada ¿cómo no se había dado cuenta? Pero nuestras miradas se conectaron, tragué en seco, sus ojos pedían atención, me envolvían en ese iris color miel tan bonito, me logré recuperar para hacer puchero. —Huh... Sí, sí estoy enojado contigo... No me haces caso por estar metido en los malditos videojuegos... Jum... —Kenma me miró en silencio y se quedó inexpresivo, tal vez se había molestado... Tal vez estuviera mejor si solo me hubiese ido el primer día, pero ahí seguía, el idiota egoísta era yo.

—uhmmm... ¿Por eso te fuiste sin avisar? — preguntó confundido, chasquee la boca y me giré, me indignó eso, si le avise, me molestó la idea de que mi presencia no era importante con él. —Si te avise, no me hiciste caso... Creo que iré a verte después... O cuando no estés jugando. — comenté, esa pregunta si me había fastidiado, pero no podía estar enojado con él, así que me volteé y me dirigí hacia el balón cuando él me volvió a jalar suavemente de la sudadera. -Kuroo - Me giré de forma violenta, ya iba a responder de manera grosera cuando lo vi sonreír.

—Ven vamos a jugar— Expresó sonriendo, tomó primero la pelota y se rió, ahí me detuve a admirar y guardar en mi mente aquella imagen, se iluminó mi vida, me sentí fechado por él.

No podía ni sabía cómo expresar aquello que sentí, siento que aún no tengo el vocabulario para hacerlo, pero fue una explosión de sensaciones bonitas dentro de mí, se sentía cálido, me había flechado. Me quedé anonadado un par de minutos, por él, por su sonrisa y la forma en la que me hablaba.

Me enamoré.

Kenma me flechó, mi corazón empezó a latir demasiado fuerte, no sabía explicar que había pasado pero Kenma me tenía en la palma de su mano. ¿Siempre me había sentido así? ¿Por qué ahora que caí en cuenta de que me gustaba, de que me estaba enamorando, el día se sentía diferente, estaba demasiado joven para procesarlo.

El invierno de tus ojos. Kuroken. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora