9. Confusión.

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En las últimas semanas, Kenma había tenido una especie de hipersexualidad, no me molestaba en lo absoluto, pero nunca habíamos sido tan activos, después se aislaba o a veces era demasiado cariñoso, cosa que amaba demasiado, me pedía estar con él, pero cuando se aislaba me rechazaba y se concentraba en jugar toda la maldita noche o se peleaba por el más mínimo detalle y me hacía dormir en la sala para terminar despertarme para tener más sexo.
Más que disfrutarlo, parecía que con eso quería llenar un vacío, era bastante frustrante no saber qué demonios buscaba de mí, a veces me hacía sentirme usado, como si solo estuviera para él cuando tenía ganas, después parecía incomodarle mi presencia, parecía que solo fuera un contenedor para desahogar su deseo y después me botaba como si fuera una maldita basura, si tenía suerte me acobijaba y recibía un poco de cariño. Era todo una maldita mierda, ese vacío que me dejaba se hacía cada vez más grande, aunque durante el acto parecía sincero, ¿Acaso el placer carnal lo llenaba tanto? 

Tal vez era mi culpa, no sabía decirle que no; no desde ese maldito incidente, en los primeros días estaba demasiado eufórico que quería parar, pero me hizo drama, lloró, me preguntó si en realidad le gustaba, el hecho de que no quisiera tener sexo era para él un rechazo y empezaba a llorar y actuar de maneras hirientes o se hacía tan pequeño que dejaba de comer, insistiendo que estaba gordo y por eso no lo deseaba, ¿Yo era el malo? No recordaba hacer comentarios sobre su aspecto físico, Kenma siempre será la persona más hermosa del mundo, no creía en eso, pero sí cuando no estoy suficientemente bien creía en sus estúpidas suposiciones de que no lo deseaba.

Había decidido ir a casa caminando con mi música a lo que mis auriculares me lo permitían, me empezaba a sentir tranquilo, ya respiraba un poco de aire, sentía que lo necesitaba por primera vez me sentía un poco más tranquilo, hasta que alguien me rompió el trance, era un castaño pequeño, tenía un par de años que no lo veía, pensé que estaba en Rusia con su amor, Yaku estaba en la ciudad, me gritó porque no lo escuchaba, estaba él con Lev y Alissa, ambos se veían bastante bien, estaban en su máximo esplendor, tal vez yo me veía un desastre a comparación de ellos.

Tuvimos una larga plática en un café de nuestras vidas y de lo bien que les iba, cuando me preguntaron les sonreí y fue ahí donde suspiré con cansancio, Alissa y Lev entendieron mi incomodidad, así que se fueron un rato, una vez que se fueron todo salió, no supe cómo explicar mi confianza con Yaku en ese momento, le dije todo, le pregunté si era una mala pareja, solo vi como la mirada del castaño se entristecía, más cuando llegué a la parte del intento  y del hospital, empecé a llorar, no era de contarle mis problemas a nadie, sí, soy una persona bastante sociable pero ¿eran todos de fiar? Para ser sincero, cuando Kenma y yo nos hicimos pareja formalmente, en la universidad, me alejé de todos, porque a pesar que al teñido parecía no importarle, sabía que se sentía inseguro, yo solo quería que se sintiera seguro de nosotros así que cerrar círculos fue fácil, pero cuando llegan estos momentos ¿En quién te apoyas?.

Yaku escuchaba pacientemente todo lo que tenía que decir, cada vez me sentía más ligero, al parecer sacarlo con alguien era sanador, él me dijo que eso se estaba volviendo un poco tóxico para ambos, que debía considerar la terapia para ambos, me quedé en silencio lo escuché por un par de minutos hasta que llegaron los hermanos, para invitarnos a un club, mañana, a la misma hora, pero en un conocido club: “Lleva a Kenma” “Tal vez les ayude salir a divertirse” Expresaron alegres, tal vez no era lo correcto pero igual podría sacar a Kenma de su trance, acepté.

Cuando llegué a casa fui recibido por un zapato en mi cara y un Kenma tan enojado que se fue al baño, no sabía porque estaba tan enojado hasta que miré el celular con 30 llamadas perdidas, unos mensajes, me sentí mal casi al instante, de pronto me volví a sentir con pesadez, toqué la puerta y estaba abierta, había un Kenma envuelto en sabanas en la bañera escondido.

-Applepi… ¿Estás enojado? – Pregunté, sin respuesta, era obvio que sí, suspiré y me senté dándole la espalda. - ¿Sabes? Hoy estuve considerando el hecho de ir a terapia… Sería algo bueno para ambos, creo que esto que tenemos no es normal ¿sabes? A veces creo que es necesario… No sé qué opines… También… Hoy vi a Yaku, a Lev y Alissa, nos invitan a cenar, no sé quedarán tanto tiempo y quieren verte…- decía tranquilo hasta que fui interrumpido por Kenma.
- “No quiero.”  - Lo dijo sin más, escuché como se quitaba las sabanas, me sentí un poco deprimido al escuchar eso, no quería estar en esa maldita casa, en ese maldito baño que estaba lleno de sangre y de cosas poco agradables, era obvio que quería salir, era obvio que lo necesitaba.

-Si no vas tú, yo sí, son mis amigos y no vienen siempre, si no quieres ir, no me esperes despierto. – Expresé molesto, me levanté, no quería obligarlo, pero tampoco quería estar tanto ahí, no quería estar en baño con ese recuerdo, en la cama o en el sofá esperando a ser usado por Kenma mientras mi soledad se volvía ansiedad.

Estaba cansado, quería un poco de serotonina y olvidarme de esto ¿Era una mala pareja por desearlo? No sabía. Kenma durmió en la bañera y yo dormí en el piso de la sala porque ya me dolía la espalda. Tuve un día bastante normal, hice la limpieza del departamento, de la ropa mientras Knema hacía streaming, no habíamos hablado y no comió mi comida, prefirió pedir de comer.

Ya eran casi las 7 pm yo había salido de bañarme, con mi ropa en el sillón, debía admitir que quería bailar con Alissa, era una chica que bialaba muy bien, siempre había esperado para bailar con ella, pero nunca se me hizo, cuando terminé de arreglarme en el baño de visitas vi a Kenma arreglado con una camisa roja, pantalón de vestir negro, tirantes y zapatos negros, se veía bastante sexy, mordí mis labios y tomé mi saco.
-Vas a salir? – Pregunté con indiferencia, no me importaba, pero Kenma no se vestía así muy a menudo solo cuando era una ocasión especial.

- Vamos a salir… Kuro, ya tardaste mucho, vamos a llegar tarde. -  Comentó inflando sus mejillas y tomando mi mano para ir al auto, sonreí, sería una excelente noche, eso esperaba.

Cuando llegamos al lugar todos brillaban por guapos y sexys, Kenma actuaba como siempre, la cena había sido divertida Kenma no parecía incomodo hasta parecía divertirse un poco cuando todos reprendían a Lev por sus comentarios tontos. Cuando fuimos a la disco, todo era tal cual recordaba en la universidad, Kenma se fue directamente a sentarse, dando señas de que no tenía ganas de bailar, me decía con una sonrisa “Ve”, empezamos a bailar en grupo aunque poco a poco por las canciones se hicieron más lentas, no quería incomodar a Alissa e invité a Kenma cosa que fue un error, ya se le veía irritado pero fingiendo que todo estaba bien.

Me retiró la mano y me gritó: -Ve a bailar… eso querías ¿no?, Yo estoy bien con mi ginebra… No molestes, se puso el vaso en la boca y se concentró en su celular, ¿Era hora de irnos? Me sentí incomodo hasta que Alissa me llamó, me pidió bailar con ella, quería bailar de forma lenta, yo me sonrojé y acepté, mentiría si dijera que la belleza de Alissa no era impactante, lo era, siempre su luz me atrajo, todos sabían que tuve un enamoramiento express con aquella chica peliplata, ella bailaba lento, se movía bastante bien, ella al tener confianza, hacía movimientos más suaves y lentos, no podía quedarme atrás.

Era un baile lento, sensual y mi pareja de baile me hizo embelesarme un poco por ella, ¿Estaba mal? Tenía pareja, pero a él no le importaba esforzarse si quiera un poco por bailar o por hacerme pasar un rato agradable, solo aparecía enojarle el hecho de haber venido, aunque lo escondía bastante bien, me perdí en el ritmo, en ella, en el hecho de que, por fin, en meses, estaba disfrutando un momento, era tan vivido y mi pareja de baile me incluía en el acto haciéndome sentir acompañado, terminó la canción y me sonrió. De inmediato sentí calor y me sentí avergonzado y ansioso ¿qué demonios? Ella me susurró: “Bien hecho gatito… Hay que bailar más”. Asentí fue cuando giré y Kenma no estaba donde siempre; cuando me acerqué había una nota: “Púdrete Kuro, no llegues a dormir hoy”.

El invierno de tus ojos. Kuroken. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora