Capítulo X: Rara

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Abrí un ojo con cuidado, un rayo de sol se colaba por uno de los agujeros de la cortina dándome justo en mi ojo izquierdo. Me moví inquieta, aun con los ojos cerrados tratando de alejar mi cara de aquel rayito de sol entrometido, choque con algo.

Mi nariz se acababa de enterrar en unos suaves cabellos oscuros.

De inmediato comencé a sentir cosquillas por lo que tire mi cabeza hacia atrás alejándome de su cabello y por ende, también de él.

Avi dormía dándome espalda, su cuerpo se movía levemente al ritmo de su lenta respiración. Me quede mirándolo, no sé cuánto tiempo exactamente, pero solo me quede allí, grabando en mi memoria cada detalle de él.

Mis ojos se pasearon por su espalda descubierta por las mantas, pero cubierta por su polera o pijama -no lo sabia exactamente-, seguí por sus brazos con rasguños, su cabello desordenado, sus orejas y parte de su cara. Note que su barba había crecido mucho desde que nos habíamos topado la primera vez en la cabaña a cientos de kilómetros de donde estábamos ahora.

-Avi… Avi… -le llame para hacerlo despertar, pero su sueño era mucho más pesado que eso.

Me arrastre por la cama –aunque solo hayan sido cinco centímetros- hasta quedar muy cerca de él y pase mi brazo por encima de su torso, como si fuera a abrazarlo, pero no era lo que quería hacer, bueno, no en ese momento. Con cuidado, lleve mi mano hasta su nariz, atrapándola entre mis dedos, presionándola, cerrando el paso de oxígeno.

A los segundos, Avi comenzó a desesperance entre sus sueños hasta que abrió sus verdes ojos como platos, a lo que yo comencé a reír.

-Buenos días príncipe del reino de los sueños –me burle. En cambio, el solo me devolvió una mirada asesina. –Tienes el sueño jodidamente pesado, ¿Qué querías que hiciera?

-¿Qué tal moverme el brazo o hablarme? –dijo frotándose los ojos y acomodando su pelo despeinado.

-Ya deje de perder mi tiempo con esas cosas, Kaplan. Tu sueño es extremadamente pesado, tanto que si te pasara un camión por encima, ni siquiera lo sentirías…

-No seas exagerada, Alice. Eso no es cierto.

-Para la próxima vez te arrojare un poco de agua –dije antes de poner mis ojos en blanco. Tonto mentiroso.

-¿Qué hora es?

-¿Cómo carajos voy a saberlo? Ni siquiera sé que días es hoy –me queje.

Avi se quedó mirando un punto fijo en algún feo agujero o mancha de la pared.

-Mala pregunta –dijo cuando volvió de entre sus pensamientos.

Me quede observándolo con los ojos entrecerrados, Avi estaba actuando un poco raro.

Él se levantó de la cama, dejándome sola entremedio de las mantas aun tibias. Camino hasta su mochila y saco un sweater limpio de ella, al instante se quitó su polera dejando a mi vista su preciosa y amplia espalda desnuda.

-¿Otra vez intentado seducirme? –dije justo en el instante en que él iba a colocarse su sweater.

Al oír mis palabras, se congelo y se volvió para mirarme sonriéndome divertido.

-Sé que eso contigo no funcionara. –dijo y se colocó su sweater oscuro.

-Tienes razón –concorde.

-Tú, Alice, eres una chica rara… -él cruzo la habitación, acercándose a mí. –Eres distinta, eres complicada, y eso me encanta. Vístete...

Beso mi frente y salió de la habitación sin decirme nada más, ni siquiera una mirada. Dejándome más que confundida. Pero con el corazón vuelto un loco dentro de mi pecho. Yo Alice Wood, le encantaba a Avi Kaplan, el chico rebelde de la unidad.

Solo tenía tres preguntas en mi cabeza; ¿me gustaba él? ¿O yo le gustaba a él? ¿O yo me estaba volviendo loca?

Conexiones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora