Capitulo XIII: Traidor

175 20 0
                                    

-NO DEBEN ESTAR LEJOS, ¡SUELTEN A LOS PERROS!

Un fuerte grito hizo que el corazón me saltara del pecho, Avi tomo mi muñeca con fuerza y comenzó a correr, no me negué a ir con él, pero si me solté de su agarre con un fuerte tirón.

Corrimos, corrimos como no lo habíamos echo hace días, no me detuve a pensar cuando había sido, pero si sabia que no corría de esa manera desde que me golpee en la cabeza con la roca.

A medida que corríamos, el bosque se hacia más denso y más obscuro, sentía las ramas hacer pequeñas cortadas en mi piel. Podía oír los ladridos de los perros a lo lejos, pero la sensación de persecución hacia que casi pudiera sentir sus afilados dientes mordiendo mi cuerpo, pero solo corría, corría por mi vida, corría por no ser atrapada.

-¡Ah! -grite al ver la gruesa rama de algún árbol a casi tres centímetros de mis ojos. Con rapidez, y sin dejar de correr me agache justo a tiempo para esquivarla y poder seguir en carrera.

Las piernas me temblaban a cada zancada, la debilidad de mi cuerpo se estaba haciendo presente con más fuerza, con cada segundo que pasaba.

Cien, doscientos, trescientos, cuatrocientos, ¡un kilómetro! Ya había perdido la noción de cuanto había corrido, mi cerebro no deja de enviar señales a cada uno de mis músculos, haciendo que dolieran y ardieran por el cansancio.

Mi boca estaba seca y ya casi podía sentir el frío aliento de la muerte rozándome el cuello, produciendo escalofríos en toda mi espalda. Pero la muerte no me perseguía por el cansancio, ni por el golpe en la cabeza, me perseguía por lo que iba a hacer.

Seguía corriendo, pero delante de mi, a escasos metros ya no habían arboles, pude volver a escuchar el rumor del agua, aunque no era como el que había oído cuando encontré el arroyo donde me detuve a beber algo de agua, esta vez rugía con fuerza.  De pronto, el bosque se había difuminado, abriéndose en un profundo acantilado por donde corría un violento río que nacía desde una cascada, obligándome a detenerme. El vapor generado por la fuerza del agua, subía por el aire empañandome el cielo oscuro y la vista. Era una caída de al menos unos diez o doce metros, no lo sabia, pero prefería morir al fondo del río que volver a con el doctor Evans y sus científicos obsesionados con el inframundo.

Oía alguien correr detrás de mí con pasos firmes, oía lo perros, oía las voces, veía los haces de luz de sus linternas rebotar contra los arboles, pero yo ya había tomado un decisión.

Retrocedí un par de pasos para tomar algo de impulso y eche correr en dirección al vacío. Fue como si el tiempo literalmente se detuviera, cerré los ojos y me dejé llevar. 

Volví a experimentar el poder de Jake protegiéndome, su campo de fuerza envolviéndole, salvándome de impactar con alguna roca del escarpado acantilado, él siempre estaba ahí para salvarme la vida sin importar lo que pasara o lo que yo hiciera.

Un segundo más tarde el agua me engullía, mojándome por completo, atrapándome en la corriente, arrastrándome a quien sabe donde. Intente nadar y salir a flote, pero la corriente era demasiado fuerte, mi cuerpo impactó una, dos, tres veces contra afiladas rocas, pero la ultima fue la peor. Con un golpe seco en el cráneo, sentí como la vida abandonaba mi cuerpo, llevándose mi alma a algún lugar del universo.

***

Drip, drop, drip, drop.

¡Demonios! Que alguien deje de hacer ese maldito sonido.

Drip, drop, drip, drop.

¿De donde carajos viene eso?

Conexiones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora