Capítulo VIII: El tren

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-Maldición Jake, ¿Podrías quedarte quieto? Necesito Dormir, estoy cansada… Jake, por favor…

Abrí los ojos con pesadez, estaba demasiado cansada e incómoda como para sentirme enojada y protestar. Me erguí en el asiento restregando mis ojos para poder ver mejor.

Afuera aún era de noche y el tren seguía en movimiento. En el asiento de enfrente Avi dormía tan plácidamente, que me daba envidia. Con el gorro de su chaqueta tapaba sus ojos para que la débil luz del vagón no le molestara, pero ¿a quién le molestaría una luz tan poco luminosa como esa? solo a él.

Me levante de mi asiento y me encamine al baño que estaba al final del siguiente vagón. Pase la manga de mi chaleco por mi cara tratando de ayuntar el intenso sueño que me invadía,  tome la fría manija de metal de la puerta que daba el paso al otro vagón y tire de ella.

Solo tarde un par de minutos en el baño, no me apetecía estar más tiempo dentro de ese cubículo tan pequeño y sucio. Salí de allí caminando con pereza por el vagón casi vacío a excepción de un hombre que dormía en uno de los asientos.

Mis ojos parecían querer cerrarse aún estando yo en movimiento, el sueño que tenía era estúpidamente pesado, como si me hubieran dado un sedante para alces u osos. Atravesé la puerta dando un bostezo que agradecí que nadie hubiera visto.

Pero todo el sueño tenia se desvaneció de golpe.

Por el pequeño vidrio que poseían las puertas para pasar de vagón en vagón pude divisar la imagen que logro ponerme en un estado de alerta inmediato.

-¡Avi! ¡Avi! ¡Despierta Kaplan! –dije golpeándolo en el brazo para intentar despertarlo. -¡Avi! ¡Demonios! Jake, ayúdame…

Por más que intentara despertarlo, no funcionaba. Necesitábamos salir de allí.

Jake intentaba despertarlo, pero tampoco funcionaba. Avi una de las personas que poseia el sueño más profundo y pesado que hubiera conocido.

Una idea llego a mi mente, en ese momento era la única salida que tenía.

Con firmeza tome su brazo y tire de el con fuerza, haciéndolo caer al suelo de golpe.

-Pero qué diablos… -Avi me miro desde el suelo quitándose el gorro, evidentemente molesto.

-La CIA está en el tren, ¡debemos irnos! –dije elevando la voz lo suficiente para que el me oyera con claridad.

-¿Qué? –Avi parecía bastante aturdido.

-Están en el otro vagón, ¡muévete Kaplan! –tome mi mochila del asiento y salí casi corriendo en la dirección opuesta en la que los agente venían.

Cuatro agentes registraban a cada persona que hubiera, mostrando unas fotos nuestras y preguntando si nos habían visto. Camine por el pasillo sin mirar atrás, cuando oí la puerta del otro extremo abrirse, me estomago se apretó al instante.

Mierda.

Una anciana se levantó de su asiento justo a tiempo, tapándoles de cierta forma el camino a los agentes.

-¿Señora, ha visto a estos dos? –dijo uno de los agentes, al instante pude reconocí su voz. Agente Wilson, había tenido una par de entrenamientos con él, un hombre bastante estricto y frio.

Tome la manija de la puerta y cerré los ojos por instante. Sabía que al abrirla, el sonido llamaría la atención de los agentes de inmediato, y no sería necesario más de un segundo para que nos reconocieran.

-Vamos abre la maldita puerta –susurro Avi a mi oído. Abrí los ojos de golpe, mirando a través del vidrio el siguiente vagón casi vacío.

Comencemos el juego.

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