Capítulo I: Un don

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-Vamos princesa, solo un intento más

-Estoy cansada, quiero irme a mi cuarto

-Solo uno más y podrás ir a jugar

-¿Lo prometes?

-Claro princesa, pídele a Jake que lo haga –asentí sonriente.

-Vamos Jake, solo una vez más para que podamos ir a jugar –La voz de mi cabeza hablo para convencer a Jake.

Solo pasaron unos segundos y la luz del escritorio que tenía enfrente comenzó a parpadear, luego los papeles salieron volando y por último los cajones del mueble de la pared comenzaron abrirse y a cerrarse.

-Eso es princesa, dile que no se detenga –Graham observaba maravillado todo aquello que ocurría en la habitación.

Todo se movía impulsado por una fuerza invisible, Jake. Desde que nací, Jake ha estado conmigo, él es del otro lado, una entidad vinculada a mí. No, no es un demonio, ni nada de esas cosas malignas. Al contrario, Jake es una entidad protectora.

Desde que era un bebé he estado en este lugar, he crecido entre doctores y científicos que lo único que saben es hacerme usar a Jake.

Graham es el jefe de la unidad de investigación, él ha sido como un padre durante todos estos años. Siempre ha cuidado de mí, me ha protegido y también me ha estudiado. El don que poseo es bastante raro, es por esto que desde que llegue a este mundo he sido tratada como un ratón de laboratorio.

En aquel entonces solo tenía 6 años, es el recuerdo más claro que tengo desde que comenzaron a estudiar a Jake y a mí. Para ellos, lo que Jake podía hacer era una maravilla, el sueño de los científicos de la unidad se había cumplido. Pero eso fue hace mucho tiempo.

Ahora tengo 22 años, durante mucho tiempo fui tratada como un juguete, algo que podían controlar y manejar a su antojo, pero no, ya no. Eso se acabó.

 Cuando tenía 17 años hui de la unidad de investigación. Me persiguieron durante años, tratando de que volviera a ser objeto de sus estudios. Pero al parecer han encontrado un nuevo ratoncito de laboratorio.

Lo conocí cuando tenía 15 años, mientras realizaban uno de sus tantos experimentos con Jake, él llego a la unidad. Según oí, lo encontrar haciendo de las suyas por las calles de Nueva York. Él, al igual que yo poseía un vínculo con una entidad. El nombre del chico era Avi, Avi Kaplan. Su entidad era mucho más caprichosa, celosa y peligrosa que Jake, Helen. Tenía 18 años cuando lo trajeron aquí, solo lo vi un par de ocasiones, nunca hablábamos ni nada, solo miradas incomodas y frías.

En algunas oportunidades realizaron estudios conjuntos con nosotros, pero nunca cruzamos más palabras que un “hola”.

Hace unos 6 meses me entere que él también había huido y que la búsqueda se había reanudado, y no solo para encontrarlo a él, sino también a mí.

Debía huir, alejarme lo más posible de toda civilización para que no me encontraran, no había tiempo que perder, el juego había comenzado.

Conexiones peligrosasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora