Él era un guerrero feroz y leal como un lobo, ella, en realidad era uno.
Una tragedia obliga a huir de su hogar a Jolie, una mujer lobo, que encuentra refugio en Grecia. Sin embargo, su llegada coincide con un evento antinatural: los Gold Saints han...
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—De verdad, muchas gracias por venir, Jolie.
Su bondad ganó la contienda entre si debía aceptar o no, después de lo que ella ha hecho por su familia, era lo justo. La realidad es que le costó mucho aceptar la petición de Arene.
—No hay que agradecer, le ayudaré en lo que necesite —ofreció con amabilidad—. Sé que fue una emergencia, pero, si no es molestia, en caso de necesitarme quisiera enterarme con más anticipación. No me gustan las situaciones imprevistas. —Se encogió en su lugar.
—Voy a tenerlo en cuenta, lamento haber sido un poco espontánea.
—Entiendo.
—Bueno, tengo que ir a recolectar las flores para la venta, solo necesito que vigiles al hombre que está ahí —señaló una habitación—, pero es importante que, si notas algo raro vayas a avisarme en seguida, ¿entendido? Ya sabes dónde estaré.
—Sí, sí claro —la seriedad de sus palabras sumada al escruto de su mirada, causó en Jolie una minúscula inquietud. ¿Qué es lo que podía ser raro? A su parecer, lo más singular sería que despertara y no le veía nada de extraño, más bien sería fenomenal.
—¿Tienes alguna duda?, dime con confianza.
—No, creo que no. Bueno, sí hay algo que quisiera saber.
—Dime.
—¿Hace cuánto está así ese hombre? —indagó mirando la habitación delante de ella.
Arene dejó escapar un suspiro.
—Hace más tempo del que debería —reveló con resignación.
—¿Cuánto es eso? —Jolie insistió—. ¿Meses? ¿Años?
La mujer asintió a la última palabra y la pelinegra agitó la cabeza en señal de asombro.
—No, no, es imposible.
—Ya sé, ya sé, no tiene lógica alguna —Arene la interrumpió, llevando sus manos a los hombres de la joven en un intento para tranquilizarla. No declararía todo lo que sabía aún—, sin embargo, cada día que pasa todavía puedo sentir su psique —manifestó—. ¿Sabes qué es la psique, verdad?
—Sí, mis padres me hablaron de ello en cuanto les conté que lograba ver una especie de luz que envolvía a las personas.
La psique, en resumen, era la fuerza vital de un individuo. Mientras alguien estuviera vivo su psique ahí también estaría, por consiguiente, cuando alguien fallecía, su psique desaparecía. Podía variar en todo tipo de características, como color, intensidad, luminosidad y más. Sus padres le dijeron que solo los licántropos eran capaces observarla, a una distancia prudente y con concentración.
—Pues la psique de ese hombre es demasiado débil —añadió, Arene, con una expresión pesarosa—. Y ha habido momentos en donde parecía recuperar la conciencia.
