Él era un guerrero feroz y leal como un lobo, ella, en realidad era uno.
Una tragedia obliga a huir de su hogar a Jolie, una mujer lobo, que encuentra refugio en Grecia. Sin embargo, su llegada coincide con un evento antinatural: los Gold Saints han...
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GRECIA, 1990
En lo alto del cielo lívido con un intenso azul y entre las nubes plomizas, el sol ardiente lentamente era cubierto por la luna.
Ese eclipse había tardado en concretarse más tiempo del usual, ¿podía ser normal eso? Por lo poco que Jolie sabía, no lo era. Algo que le había ayudado a comprender esos temas era el hecho de revisar el periódico. En ocasiones solía ojear sus páginas por la mañana, después de que su padre terminará de leerlo. Ella devoraba ansiosamente la sección de "Arte y Cultura". Estando en un país tan rebosante de esos aspectos era oro puro. Aunque, además, algo realmente interesante era que en las últimas hojas del diario se anunciaban los eventos astronómicos que eran próximos (otro de sus apartados favoritos) e información sobre ellos.
De acuerdo con lo que había leído, los eclipses solares solo podían concretarse en luna nueva, además de que debían existir condiciones especiales para que un suceso como ese se produjera. En especial, los eclipses totales ocurrían como máximo dos veces en un año. Ya habían sido anunciados en el periódico dos eclipses totales, el primero, un eclipse lunar total el nueve de febrero (fecha ya pasada) y el segundo, un eclipse solar total el veintidós de julio, que no había llegado.
El astro solar parecía ocultar más y más a la Luna, eso descartaba la opción de que fuera un eclipse anular o parcial, las fechas de esos eclipses ya habían sido divulgadas previamente en la primera edición del periódico del año, ninguna coincidía con el día de hoy. Sumado al hecho de que los licántropos poseían un innato vínculo con el astro lunar, guardaba sus motivos para desconfiar de lo que ocurría y no era la única con esos pensamientos.
Se sentía como algo lóbrego.
—Mamá, ¿qué piensas que está ocasionando el eclipse? —cuestionó la joven de cabellos azabache, animada a compartir puntos de vista con la mayor.
—No estoy muy segura, pero yo pensaría en un quién —le respondió la mujer mientras tomaba entre sus manos la última caja de fresas y la colocaba junto al resto en la carreta.
—¿A qué te refieres? ¿Por qué hablas de un quién? —Jolie interrogó desconcertada.
—Algo tan grande como esto solo puede ser la voluntad de un dios —explicó con obviedad—. Como tú, también creo que hay algo más que no estamos viendo. La verdadera pregunta es, ¿por qué?
—Un castigo para la humanidad —anunció, Arene, quien aparecía en el comercio de frutas de las mujeres. Ella había sido quien ayudó a la familia de Jolie cuando llegaron a Lavrio y les consiguió un lugar para vivir, también era un licántropo.
—Arene, ¿por qué piensas eso? —le respondió su madre.
La mujer de hebras oro suspiró—. Bueno, no hay muchas posibilidades si se trata de un dios, con ellos todo es blanco o negro y esto no parece ser un regalo. Ven a la humanidad como simples bichos que mientras no les sirvan, podrán desecharlos. Afortunadamente hay dioses benevolentes como nuestra diosa Artemis —la expresión neutral de Arene cambió. Sus ojos se iluminaron y sonrió—. También Athena y sus Saints.