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Lizzu miró con nervios el reloj, esperando a que el señor Seo, el abogado a cargo del caso llegara para poder llevarla al nuevo aplazamiento del juicio

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Lizzu miró con nervios el reloj, esperando a que el señor Seo, el abogado a cargo del caso llegara para poder llevarla al nuevo aplazamiento del juicio. Sabía que Hoseok ya estaba allí, al igual que la señora Min, otra de las abogadas.

Un coche con cristales pintados que no era nada familiar para ella aparcó justo enfrente. Frunció el ceño con confusión y algo de miedo, ya que el coche del señor Seo era azul, y este era gris niebla, algo oscuro y con apariencia cara. Solo el señor Seo, sus compañeros y el manager Do sabían que ella siempre esperaba en el callejón de detrás de la agencia a que la pasaran a recoger, ¿pero y si un sassaeng lo había averiguado también? ¿Y si simplemente era un ladrón que la había visto por casualidad? Dio un paso atrás sacando las llaves y dejándolas a modo de defensa entre sus nudillos, mientras que por dentro lloriqueaba de miedo y llamaba silenciosamente a Hyunwoo, el que solía acudir a ella corriendo cuando se asustaba por insectos enormes o cualquier otra cosa.

La puerta del conductor se abrió, y de ella salió un hombre de apariencia joven con cubrebocas y gorra. Llevaba el pelo corto, bastante corto, además de que era alto y de constitución delgada pero atlética. Lizzu relajó su agarre en las llaves, y sonrió hacia él, viendo como se bajaba la mascarilla para sonreír de vuelta.

— ¿Alguien necesitaba un taxi?– se rascó ligeramente la nuca, y Lizzu guardó de nuevo las llaves. Era Seunghoon, por supuesto que podía confiar en él, se había convertido en su amigo tras firmar ambos el contrato. Él se puso rápidamente en contacto con ella para agradecerla los cambios al contrato a su favor, y de inmediato la invitó a comer como una pequeña muestra de agradecimiento.

— Casi me da un infarto – admitió, entrando por la puerta del copiloto, la cual abrió para ella. Esperó a que rodeara el coche y que saliera del callejón para volver a hablar–. ¿Dónde has dejado al Hyundai negro?

— Mino le ha cogido prestado – restó importancia–. ¿Sabes que día es mañana?

— Lo sé – aplaudió emocionada, causando que sin querer su bufanda diera en su cara–. ¿Qué tal todo con unnie?

— Genial, celebraremos Año Nuevo en casa con su familia – sonrió animado–. ¿Y tú? ¿Aún no has dicho nada a tu chico?

Como cada vez que alguien sacaba el tema o insinuaba algo, se sonrojó ligeramente, y agradeció que ya estuvieran llegando.

— Es complicado.

— Eres tan tierna pero tan confusa, Junhee – negó–. Sabes que tú le gustas, ¿por qué no corresponderle y ya? Podrías llevar ya casi cien días con él – remarcó el número, y Lizzu jugueteó con su bufanda de lana color rosa pastel.

— Pero los juicios...

— La semana pasada me llamaste chillando porque el abogado había dicho que veía al juez más convencido.

Lizzu hizo un mohín, mirándose en el reflejo del cristal. Justo cuando estaba en su momento de dramatismo, la melodía de Ice Cream Cake sonó, y sacó el móvil con rapidez para responder.

¡Bebé!— exclamó nada más respondió—. ¿Ya llegas?

— Estoy en camino, Hoony ha venido a recogerme – comentó, sonriendo–. ¿Está ya el señor Seo?

¿Por qué vienes con él? ¿Por qué no me has llamado? Sabes que no me importa cruzar todo Seúl si es por ti.

Hoony rió de manera disimulada, y Lizzu le regañó dándole un golpecito nada fuerte en el brazo.

— Creí que el señor Seo vendría, pero me encontré a un feo coche gris en su lugar – le picó–. ¿Estás nervioso? Sabes que ya queda menos, y este Año Nuevo será genial.

Tengo ganas de veros a todos – suspiró, y Lizzu hizo una pequeña mueca al escucharme hablar con tanta nostalgia–. ¿En el departamento?

Ajá, aunque creo que Kihyun oppa quería en tu casa – vio al fondo el edificio del juicio–. Uy, ya estoy aquí... Puedes dejarme en la esquina, oppa, apenas hay gente... ¿Donde estás?

Yendo a la esquina.

Colgó para poder bajar del coche, y agradeció a Seunghoon ignorando sus comentarios indirectos tras la llamada. Al salir, tuvo la mala suerte de encontrarse con los reporteros, aunque no supo si la llegaron a ver porque Hoseok apareció de la nada corriendo para llevarla por la puerta trasera.

— ¡Lizzu, bebé! – la abrazó con fuerza, acomodando de inmediato su bufanda, cabello y chaqueta–. ¿No tienes frío? Estás más delgada, de nuevo con las dietas? ¿Por qué no saliste en ese programa? ¿Sabías que Changkyun me ha llamado y...?

— Respira – pidió riendo, tirando de él disimuladamente para que no se quedara quieto toqueteando su ropa–. Nos vimos la semana pasada.

— El lunes de la semana pasada, y hoy es viernes – corrigió, como si fuera un dato demasiado importante como para dejarlo pasar, además de que tomó su mano para ir balanceandola de manera distraída–. Extraño veros a todos por las mañanas.

— Hace dos semanas nos tuviste a todos en tu casa – señaló, saludando a un par de chicas que salían de un ascensor–. ¿Sabes qué? Estoy pensando en mudarme.

— ¿Sola? – preguntó extrañado y entrando a la sala de recepción, a espera de que todo comenzara y pudieran pasar–. ¿Sin Changkyun, Kihyun o Hyunwoo?

— Sí – asintió orgullosa.

— Entonces me tendrás por tu casa incluso si estás harta de mi – dijo risueño.

Wonho comenzó a hablar de algo con el señor Seo, y Lizzu se distrajo nevegando por sus propios pensamientos y jugueteando con el anillo de la mano del chico. Tal vez comenzaba a darle la razón a todos los que la estuvieron regañando por semanas sobre que debió haberse confesado hacía tiempo.

— Bebé, vamos – animó Wonho acariciando su espalda para llamar su atención.

Lizzu soltó una pequeña frase malsonante en japonés. ¿Por qué ignoraba tanto a Changkyun? Ya se le imaginaba mirándola de esa manera mientras se pavoneaba de que tenía razón.

 ¿Por qué ignoraba tanto a Changkyun? Ya se le imaginaba mirándola de esa manera mientras se pavoneaba de que tenía razón

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«LIZZU; SE MONSTA X» #4Donde viven las historias. Descúbrelo ahora