(Narrador: Christine)
A la mañana siguiente, cuando desperté, vi a Tom poniéndose una túnica negra, larga y elegante. A sus pies se encontraba Nagini, con su verdadera apariencia. El tamaño de la serpiente cada vez me parecía mayor, realmente impresionaba y daba un poco de escalofríos. Ambos mantenían una especie de conversación en lengua pársel hasta que, de pronto, él se percató de que me había despertado.
- Buenos días Christine.-
- Buenos días.- contesté.- ¿Sucede algo?-
- Hoy recibiré a mis discípulos aquí, en la casa. Necesitamos discutir una serie de cosas.-
- ¿Por qué no me habías avisado?- espeté saliendo rápido de la cama.- ¿Cúanto tiempo tengo para arreglarme?-
- El que estimes oportuno.- contestó mientras se cepillaba el cabello.- No necesito que estés presente.-
- ¿Estás diciendo que no quieres que vaya?- pregunté, entre sorprendida y molesta.
- No se trata de eso.- respondió sin dirigirme la mirada.- Simplemente atenderemos cuestiones que no son de su interés.-
- Quizás eso lo debería decidir yo.- bufé, al tiempo que me terminaba de abrochar el vestido.
- Pero no lo harás.- dijo con tono serio.- ¿Por qué no aprovechas y vas a pasear en ese abraxam que te regalé?- sonrió de forma sarcástica.
Podría parecer que lo estaba diciendo para rebajar un poco la tensión, pero todo lo contrario. En realidad no era un consejo o una idea lo que me estaba dando, era un orden. Era evidente que no me quería ni en la casa ni en la reunión.
Sin ningún tipo de expresión, me limité a coger mi abrigo y a salir de la habitación, cerrando la puerta tras de mí. A pesar de todo el tiempo que había pasado, todavía me seguía doliendo ese trato que Tom me daba algunas veces... Con el paso de los años, el carácter y el trato del slytherin con los demás fue cambiando, incluso conmigo. Sin embargo, todavía había momentos en los que me parecía que el antiguo Tom volvía de nuevo, como sucedió anoche. Pero, como si del sol se tratase, al amanecer surgía un Tom completamente diferente, un Tom que solo se preocupaba de él mismo y de nadie más.
Caminé por el pasillo hasta llegar al borde de la escalera principal. En el gran recibidor, pude ver a unas 25-30 personas, entre las que reconocí a Lestrange y a Black. Todos estaban hablando hasta que se dieron cuenta de mi presencia. Comencé a bajar los escalones bajo la mirada atenta de todos y, una vez que llegué abajo, me dedicaron una reverencia con la cabeza a modo de saludo. Yo me limité a avanzar hasta la puerta y salir.
El ser la esposa de Tom me otorgaba ciertos privilegios y, por supuesto, suponía que todos sus seguidores me respetaran como si fuera una reina muggle. Lo cierto es que en realidad no me apetecía en absoluto pasar tiempo con ellos, para mí no eran más que gusanos atraídos por el poder de mi esposo.
Mientras caminaba por los jardines rumbo hacia el lago, que era donde se encontraba Sunrise, pude ver a la elfa doméstica cuidando de Lucius. Era obvio que Tom tampoco quería a un bebé que pudiera causar el más mínimo ruido o molestarlo.
Tras avanzar por uno de los senderos, torcí a la derecha, metiéndome entre los árboles y arbustos, hasta que llegué a un lugar muy especial...
- Hola Crystal...- susurré tristemente.
Los pocos días que tenía tiempo para montar en el abraxam, me acercaba a visitar la tumba de mi amiga, pues esta estaba aislada, junto al lago. He de confesar que, cada vez que llegaba allí y miraba la estatua del hermoso ángel, sentía como si me clavaran un puñal en el corazón...
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El Heredero: el Reinado de la Oscuridad.
FanfictionAño 1952. Han pasado siete años desde que Christine se marchó de Hogwarts, y el nuevo nombre que ha adoptado Tom, Lord Voldemort, empieza a ser muy temido en el mundo mágico debido a los numerosos asesinatos y altercados que producen sus fieles segu...