Año 1952. Han pasado siete años desde que Christine se marchó de Hogwarts, y el nuevo nombre que ha adoptado Tom, Lord Voldemort, empieza a ser muy temido en el mundo mágico debido a los numerosos asesinatos y altercados que producen sus fieles segu...
Al día siguiente me fui al lago. Tom estaba reunido con Lestrange y Black desde muy temprano, quería explicarles su plan detalladamente, el cual no me quiso contar. Decía que me enteraría cuando fuera oportuno. El simple hecho de que me lo ocultara me indicaba que no era nada bueno.
En cuanto a Lucius, la elfa doméstica se lo había llevado, además Tom me aseguró que ya no tendría que volverme a hacer cargo de él, pero eso no era ni mucho menos un alivio, le había empezado a coger mucho cariño a ese bebé.
Así pues, decidí que era el día perfecto para dar un paseo con Sunrise, para escapar de toda aquella locura. No obstante, como siempre, antes le haría una visita a mi amiga. Caminé bajo los árboles, hasta llegar al lugar donde se encontraba la tumba de Crystal pero, para mi sorpresa, ya habia alguien allí... alguien a quien no veía desde hacía mucho tiempo...
-¿Abraxas?-
- Hola Christine...- contestó sin darse la vuelta.
Estaba justo a los pies de la tumba, contemplando la escultura del ángel. Me aproximé hasta él y me quedé a su lado, pero este ni se inmutó. Al ver que no decía nada me aventuré a preguntarle:
- ¿Que estás haciendo aquí?-
-¿Te refieres a qué hago en la tumba de mi esposa o en los jardines de mi casa?- respondió irónicamente.
No pude evitar sonreír. Me di cuenta de lo mucho que lo había extrañado en realidad. Desde que nos llevamos a su hijo hace dos años, no volví a verlo, Tom consideraba que no era prudente que yo fuera a visitarlo. El slytherin me miró y me devolvió la sonrisa.
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- Es de locos, ¿no crees?- comentó sin dejar de sonreír, aunque de forma débil.- Sentirte un extraño en tu propio hogar...-
- Esto ya no tiene nada de hogar, más bien es una prisión.- espeté.- ¿Cómo te ha ido en estos dos años?-
- Excelente.- añadió.- He pasado dos años de mi juventud encerrado en una casa, sin poder visitar la tumba de mi esposa, sin poder coger a mi hijo en brazos y sin recibir más visita que la de los reporteros de El Profeta.-
Desvió la mirada y se quedó unos instantes en silencio. Era evidente que habían sido dos años duros para él... estando solo, sin poder salir y sin saber si su hijo se encontraba bien o no...
- Llegué temprano esta mañana, Riddle y tú aún estábais en la habitación.- continuó.- Fui directo a ver a Lucius pero, cuando este me vio entrar se puso a llorar asustado...- la voz comenzó a temblarle un poco.- Ni siquiera me reconoce Christine... no se acuerda de mí.-
- Todavía es muy pequeño, tienes tiempo de sobra para que se acostumbre a tí.- contesté intentando animarle.- Aún puedes hacer que él tenga un futuro normal, más o menos.-
