Capítulo 1

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Grande es la palabra que usaría para definir la ira que siento en éste momento. No, no solo ira, también siento que mis deseos homicidas están saliendo a la luz por tercera vez en mí vida.

Cuando terminas una relación, lo más lógico sería quedarte a llorar en tu habitación y no beber ni una gota de alcohol. Lastimosamente, me tomó una noche de borrachera para aprender esta valiosa y sabia lección. Hoy desperté con un dolor de cabeza que me dió ganas de asfixiarme a mí mismo con la almohada, y una extraña sustancia que sospecho es sangre manchando mi camisa.

Ahora, no tengo ni la menor idea de qué pasó anoche. Lo último que recuerdo es encerrarme, tomar las botellas de mi padre y empezar a beber como cuarentón divorciado. Si consideramos que uno de mis zapatos está roto por lo que parece ser una cuchillada, asumo que anoche salí y ofendí a algún ladrón de clase baja. No sería la primera vez que pasa. Mi ciudad no es exactamente la más tranquila del mundo, aunque tampoco es un criadero de criminales. 

Quisiera saber qué pasó en la noche, pero mi cerebro parece feliz de ocultarme tal información. ¡Ni siquiera sé dónde está mi maldito teléfono! No es el mejor aparato del mundo, pero quiero ver si hay alguna foto que me explique por qué alguien apuñaló a mi zapato. Espero que sea algo como en esa película. La del tipo ardiente y sus dos amigos graciosos, más el rarito que se queda atrapado en el techo. Demonios, no recuerdo el nombre.

¿¡Y por qué carajos estoy pensando en una película justo ahora!? Hay cosas más importantes que hacer. Bañarme, por ejemplo.

Y justo cuando estaba a punto de levantarme, el angelical sonido de mi teléfono me trajo de vuelta a un estado de frustración total. Primero, no podía distinguir de dónde venía; Segundo, ese no era mi tono de llamada, y sólo lo cambio cuando algo super mega importante pasa; Y tercero, no sé quién carajos me llama a esta hora. Son las doce de la tarde.

¿Debería levantarme? Quedarme acostado por el resto del día parecía una buena opción para mí. Aunque así no descubriría al asesino de zapatos.

Ugh. Bien. A buscar mi teléfono.

Realmente, y digo realmente, me gustaría destrozarle la cara a Frank y su zorra. Bueno, sólo a Frank. La zorra sigue siendo mi mejor amigo. A él solo le daré una patada dónde más le duela.

¿Dónde está el condenado aparato?

Si no aparece en los próximos tres segundos, voy a entrar en mi modo depresivo otra vez. Uno, dos...

Ahí está. Todo éste tiempo estuvo bajo mi almohada. Me pregunto si soy un idiota o si el universo sólo ama burlarse de mí.

Okey, a revisar mi horrible teléfono. Muy bien, la contraseña. Listo. Wow, demasiadas notificaciones para mi pobre alma. Espera. Eso es...

Oh. Por. Dios.

Estoy muriendo.

Mi corazón ha dejado de latir.

Madre, te amo.

Padre, eres un idiota.

Hermano, te aterrorizare por lo que queda de tu miserable vida.

Sí, estoy siendo dramático en extremo. Pero creo que es una reacción válida si despiertas y ves que alguien ha transferido veinte millones de dólares a tu cuenta de banco. Y lo peor es que ni siquiera sé quién lo hizo, fue una transacción anónima. ¿Quién hace eso? Oh no. De seguro me acosté con algún millonario y le pedí que me pagara. Alto, eso no pasó. De haberme acostado con alguien mi trasero estaría en llamas. Y... No, estoy bien. ¿Qué fue lo que pasó? Debe haber una razón para que alguien me de esa cantidad de dinero. A mí. El rarito.

¡Te Maldigo, Mafioso Descerebrado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora