Extra: Lo que pasó esa noche, parte 1.

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Pensándolo bien, creo que emborracharme no fue mi mejor idea. Digo, estoy huyendo de mi ex novio psicópata así que tal vez debí haberlo pensado más.

Déjenme recapitular. Luego de beberme todo el alcohol de mi casa y vomitar en la ropa de Frank, llamé al muy idiota y le dejé un muy hermoso mensaje explicándole por qué preferiría morirme antes que volver a ver su maldito rostro de pervertido gringo. Lo sé, puede que me haya excedido con ese comentario, pero ni siquiera fue la peor parte. Luego de eso tal vez le envié una foto de Mike besándose con un desconocido. A juzgar por la falta de respuesta, asumí que se había enojado. Oh, cuánta razón tenía.

Después de eso, lo único que sé es que el imbécil apareció en la puerta de mi casa, con un cuchillo en la mano y gritándome que iba a asesinarme. Una muy agradable manera de pasar la noche, si me preguntan a mí.

Por obvias razones salí corriendo tan pronto como ví la oportunidad. Ahora, lo que me confunde es cómo llegué a éste lujoso hotel que jamás en mi vida había visto. Okay, tal vez sí lo ví una vez, pero mi cerebro ebrio no sirve para recordar lugares. Veamos, lo poco que recuerdo de éste hotel es una muy borrosa imagen de un arma siendo apuntada a Frank. Esperemos que eso se repita.

Mis piernas de algún modo funcionaron sin apoyo de mi cerebro, por lo que terminé parado en medio de un hermoso lobby, escuchando los gritos de Frank a pocos metros de mí. Bien, dashi run run run. A correr.

Bien, antes de decir lo que pasó a continuación quiero que todos comprendan mi situación. A, estoy muy asustado. B, estoy tan ebrio que no recuerdo ni quién soy. C, ya ni siquiera recuerdo lo que estoy diciendo, así que voy a continuar narrando mi patética situación.

No me enorgullece, pero ésto fue lo que pasó. Iba tan distraído huyendo de mi ex novio homicida que fallé en notar la puerta frente, y como cualquier protagonista estúpido, sufrí una caída muy dolorosa que sólo empeoró cuando la puerta se abrió y rompí una mesa con el peso de mi cuerpo.

Y es que, wow, no me había puesto a pensar en lo fácil que es romper una mesa de madera. Creo que todos deberían considerarlo antes de comprar una mesa, porque la maldita literalmente se deshizo bajo mi pecho. Y me dolió como una perra. 

Au, au, au, au, au.

Aunque me encantaría decir que me puse de pie inmediatamente, lo que pasó fue que intenté levantarme y caí de nuevo como un idiota. Cuánto dolor.

Cuando finalmente pude acomodarme en el suelo, levanté la mirada y me encontré con el hombre más caliente del puto mundo. Demonios, ese es un hombre al que le dejaría hacerme de todo. Oh mierda, creo que lo dije en voz alta.

El adonis me dedicó una mirada entretenida que confirmó mi teoría. Sí, definitivamente lo dije en voz alta. Santo cielo, hazme un bebé, extraño hombre de ojos azules. Por favor, sé mi primera vez. Espero que me quite la virginidad.

—Tienes una boca bastante sucia.

—Deberías poner algo en ella para callarme— rayos, el alcohol me pone como una zorra.

Sexy Hombre De Mis Sueños arqueó una ceja, casi como si estuviera debatiéndose entre sentir asco, vergüenza o diversión.

—Eres muy directo, niño.

—No soy un niño.

—¿Cómo lo demostrarías?

—Se me ocurren muchas maneras, pero no me siento cómodo mostrándolas frente a tus guardias.

Demonios, parece que estoy buscando ser violado. Si estuviéramos en una cárcel, mi virginidad ya estaría sepultada. De todos modos no me molestaría que éste hermoso espécimen de hombre fuera el primero en reventar mi cereza.

Oh, y hablando de los guardias, hay como diez tipos musculosos sentados alrededor de la mesa que rompí. Los suficientes para hacer que dudara de si lanzarme sobre el bello hombre o no.

Y como un puto anticristo, Frank apareció en la puerta que yo había lanzado minutos atrás. Maldición, no recordaba que tenía un cuchillo. Qué hoja tan larga.

Rápido. A pensar, Carter. ¡Busca una solución, maldito idiota!

Oh, cierto. Usemos al hombre hermoso como escudo.

—¡Carter, voy a matarte!— gritó (chilló) el muy imbécil (Frank) mientras yo me colgaba de mi futuro esposo (hombre de mis sueños).

—¡Muchos lo han intentado, idiota!— grité con mis brazos alrededor del cuello de ese hombre.

—No me sorprende, estúpida zorra.

Huh.

Zorra.

Me llamó zorra.

Ésta perra quiere morir.

—¿¡CÓMO CARAJOS ME LLAMASTE, PATÉTICO INTENTO DE HOMBRE!? LA ÚNICA ZORRA QUE CONOCES ES MIKE. EL MALDITO SE ACOSTÓ CON TÚ PADRE HACE DOS SEMANAS.

—Estas mintiendo.

—¡Pregúntale a tu compañero de cama, entonces! ¡Han habido más personas dentro de él que en el puto Disneyland!

—Vas a morir hoy.

—Lo único que morirá va a ser tu relación.

Oh mierda. ¿En qué me he metido?

Espera, no quiero saber la respuesta.

Frank se abalanzó hacia mí, y yo, una persona con un coeficiente regular, hice lo primero que mi cerebro ordenó. Utilizar mi pie como escudo. Lo que habría funcionado si el idiota no tuviera un cuchillo.

Así fue como termine con una herida poco profunda en mi precioso pie y un zapato roto. ¿Pero por qué no me duele...? Oh mierda. Ahí está. Dolor, dulce dolor.

—¡Hijo de perra! ¡ÉSTE ES MI ZAPATO FAVORITO!

Y sí. Me lancé sobre el imbécil.

Bueno, lo intenté porque al final mi cara terminó sobre la pila de madera que había sido una mesa antes de mi llegada. La maldita mesa ésta enamorada de mí.

Ignorando mi no muy agraciada caída, tomé un pedazo de madera roto y salté sobre Frank como un cazavampiros con estaca. Traté de apuñalarlo, pero el idiota evitó mis golpes. Creo que mi falta de sobriedad lo ayudó.

Voy a… ¡AH!

MUY BIEN, RECUPEREMOS LA CALMA. HAY QUE CALMARSE. ¿POR QUÉ SIGO GRITANDO?

Oh, sí. Frank me lanzó hacia una pared. Perra, eso dolió.

Soltando un gruñido hacia el más gigantesco idiota del mundo, dejé que el imbécil disfrutara su pequeña victoria antes de liberar mi tensión con todas las groserías que conocía. Alerta de spoiler, no fueron tantas.

Ésta mierda va a descontrolarse.

¡Te Maldigo, Mafioso Descerebrado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora