Capitulo 2

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Hijo de perra. Voy a matarlo. No me importa que esté conduciendo el auto donde vamos, voy a matarlo. Si muero, habrá valido la pena.

Me parece que debería explicar lo que pasó luego de mi no tan afortunado incidente. Resulta que mi querido y adorado ex suegro (por favor, noten el sarcasmo) se enteró de que terminé con su patético e inservible hijo, y cómo no le gustó la noticia, envió a sus hombres a secuestrarme. Un completo hijo de perra, como ya dije.

No satisfecho con haberme secuestrado, el imbécil de Frederick Green decidió que venderme sería una excelente manera de saldar la deuda de mis padres. Obviamente yo no me enteré de ésto hasta una semana después de mi secuestro, cuando dejaron de drogarme hasta la inconsciencia. Luego de eso hicieron que me vistiera como un maldito niño, camisa a cuadros y todo. No sé muy bien cuál es el propósito de ello, pero no creo estar en posición de cuestionar nada. Además de eso, no puedo ver nada porque me vendaron los ojos.

Genial. Estoy súper feliz.

Sí, es el sarcasmo de nuevo. Lo único que puedo usar para defenderme es mi peculiarmente inadecuado sentido del humor.

La situación en la que me encuentro solo podría ser definida como humillante. ¿Por qué? Bueno, estoy vendado, tengo las manos atadas por encima de mi cabeza y me pusieron cinta adhesiva en la boca. Se nota que no aprecian mi armoniosa voz. Yo debería ser la octava maravilla del mundo. Maldición, soy increíble.

Oh bueno, el auto se ha detenido. No escucho nada, así que haré la suposición no fundamentada de que estamos en una autopista vacía. Totalmente cliché si me lo preguntas. Todo lo malo pasa en las autopistas vacías.

Registro movimiento del lado del conductor, y reconozco a Frederick Green maldiciendo en voz baja. Me pregunto qué diría su esposa, una mujer católica, si supiera todo lo que su querido esposo hace. Mi ex suegro es un criminal de clase baja cuyos únicos negocios son el tráfico de drogas y personas. Desafortunadamente para mí, la primera no era una opción para saldar la deuda de mi padre, y por eso estoy aquí, a punto de ser vendido como una mascota a alguien que no conozco.

Cualquier otra persona estaría muerta de miedo. En realidad no sé si es por las drogas o no, pero en este momento no siento nada más que irritación. Soy alérgica al látex y creo que la venda en mis ojos está hecha de eso, considerando el insoportable ardor que siento. De seguro tengo los ojos hinchados como si hubiera estado llorando igual que una perra.

Empiezo a creer que mi supuesto comprador está retrasado, a juzgar por las constantes obscenidades de Frederick. Algo que sí sé sobre él es que el anciano tiene una insana obsesión con la puntualidad. Una vez llegue tres minutos tarde a una reunión familiar, y el maldito se negó a dejarme entrar. Tuve que quedarme frente a la puerta por tres horas. Tres horas de mi vida perdidas.

Finalmente, parece que un auto se acerca a nosotros. Eso o alguien decidió rodar neumáticos por la calle para divertirse. En éste punto, no sé cuál es menos probable. Mi vida es un desastre.

Me gustaría decir que controlé mis emociones como una persona madura. Sólo me gustaría, porque realmente perdí la cabeza al notar lo real que era toda la situación. No me culpen, estaba a punto de ser vendido como un animal.

Con lo lamentable de mi situación, apenas y pude moverme antes de sentir un golpe en la oreja. Tal vez no lo sepan, pero ser golpeado ahí hace que pierdas todo el equilibrio. Estoy sentado y me siento mareado.

La puerta a mi lado se abre, y poco después siento las horribles manos de Frederick tomarme del brazo como a un muñeco de trapo. Aunque trato de resistir, él tiene mucha más fuerza que yo. No le tomó mucho esfuerzo arrastrarme hacia adelante, en la dirección del auto recién llegado. El anciano está siendo demasiado agresivo. Algún día me vengare de él.

¡Te Maldigo, Mafioso Descerebrado!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora