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03 de agosto

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03 de agosto. 11:42 p.m.

Había pasado esos últimos días arreglando la cabaña, como si al martillar el hueco de su corazón se llenara, las palabras de Nikolai aun sonaba en su mente con un eco profundo, provocando que martillara aun con más fuerza.

Era tanta su desesperación de hacer ruido y su cabeza dejara de pensar en las palabras de Nikolai que no noto cuando anocheció, observo la casa en obscuridad, viendo las escaleras por las que solía subir corriendo con Yuri entre risas, vio la vieja mecedora de su abuelo donde Yuri solía jugar a mecerse con rapidez mientras era regañado por su abuelo y por último, observo la puerta, por donde salieron ese día sin siquiera despedirse perdidos en su emoción.

Soltó un jadeo fuerte, el cansancio de estar martillando como un obsesivo llego pronto a su cuerpo, dejándolo sin fuerzas, dejándolo perdido entre la obscuridad.

Despertó cuando escucho el timbre con insistencia, bajo sin mucha prisa por las escaleras y abrió la puerta, observando al señor Nikolai sonreírle justo como Yuri lo hacía.

―Muchacho lamento despertarte ―la voz del Nikolai sonaba cansada, Otabek por su parte negó mientras sonreía ligeramente ―, pero es que necesito mover unas cosas y la edad ya no me lo permite ¿podrías ayudarme, Otabek?

Otabek acepto, sintiendo un poco de nerviosismo al pensar que estaría de nuevo en esa cabaña, la que alguna vez sintió como su hogar.

Subieron al automóvil de Otabek, para dirigirse a la cabaña, no quedaba muy lejos pero no sería muy bueno hacer caminar tanto a Nikolai. La cabaña se veía descuidada por completo, la madera no había sido retocada y se podía observar que la humedad estaba acabando con ella, eso le extraño bastante ya que Nikolai era un carpintero muy bueno y siempre había sido cuidadoso con sus cosas. El patio estaba igual de descuidado, estaba repleto de herramientas y fierros oxidados, las yerbas habían crecido bastante en algunos sitios y en otros había desaparecido, ni siquiera se reconocía como el lugar de hace diez años atrás.

―Otabek ―le llamo Nikolai, desviando su atención del patio hacia Nikolai ―, tal vez lo que te pida sea algo incómodo para ti, pero quiero limpiar el cuarto de Yuratchka. ―Nikolai suspiro pesadamente, bajando la mirada al suelo. ―Creo que ya es momento de hacerlo.

―No se preocupe, lo ayudare en lo que sea necesario. ―Dijo Otabek sinceramente, tenía escalofríos al saber que entraría de nuevo a esa habitación pero tal y como lo había dicho Nikolai, ya era tiempo.

Entraron a la cabaña y todo estaba exactamente como hace diez años atrás, es como si el tiempo en esa pequeña cabaña jamás haya pasado, incluso era raro porque el exterior estaba tan desgastado pero el interior era un viaje al pasado, si no fuera por el polvo acumulado, realmente creería haber viajado al pasado. Caminaron en dirección al que una vez fue el cuarto de Yuri, su sorpresa fue grande al ver el cuarto tan destrozado, era como si ese lugar se hubiera ocupado para descargar toda la rabia del mundo, muebles, marcos, periódicos, ropa, recuerdos, etc. Totalmente destrozados y todos esos restos pertenecían a Yuri.

El Caso PlisetskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora