VII

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10 de agosto

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10 de agosto. 01:26 p. m. Departamento de crímenes.

Unos claros sollozos se escuchaban bajo en aquel cuarto, el silencio competía por apagarlos pero el dolor era fuerte que quien los escuchara sentiría la perdida de alguien apreciado.

Después del último intercambio de palabras entre el detective Nikiforov y Yuuri, tuvieron un muy corto receso para después poder continuar con la declaración de Phichit. Intercambiaron miradas entre los presentes, como buscando la aprobación para hablar, obteniéndola de algún modo en silencio.

Phichit hablo más firme que Yuuri e incluso menos nervioso, Víctor noto esa diferencia clara entre los dos presentes y aun así sabía que Phichit guardaba algo más que culpabilidad como la de Yuuri, así que presto atención incluso a cualquier movimiento o gesto que le indicara algo.

El moreno se quitó la cámara que colgaba de su cuello con delicadeza antes de contestar la primera pregunta de Víctor, la observo por unos segundos y con un ligero respirar respondió.

Para Phichit, Yuri había significado aventura y valor, en sus cortos 15 años. Desde el primer instante en que lo miro por el lente de su cámara junto a su amigo, se decidió a que tenía que tenerlo retratado, así como alguna vez retrato a Yuuri y con confianza se acercó.

Al principio Yuri solo lo ignoro, prestando aún más atención al de lentes pero él no era alguien que se rindiera fácilmente, porque para Phichit no había imposibles. Pasó semanas enteras tratando de intercambiar o mínimo acercarse al rubio pero todo era en vano, hasta que un día Yuri fastidiado observo su cámara por un momento, revisando su galería.

Sus fotos eran buenas y el primer intercambio de palabras directo fue cuando le pidió retratar a su abuelo, después de ese momento los tres andaban de un lado al otro por todo el pueblo, ya fuera caminando o en bicicleta, haciendo pequeñas paradas para que Yuri escribiera algunos de los poemas que nunca les leía o cuando Phichit encontraba algo bastante bueno para retratar, incluso solo para sentarse a escuchar las historias que Yuuri inventaba.

Y entonces llego el chico Altin, y Phichit al ser un gran observador noto como había una pequeña pero clara diferencia en la relación que Yuri tenía con Otabek, no es que le molestara pero si le preocupaba, porque aquel pueblo era tan pequeño como el pensar de su gente y lo termino de confirmar cuando Yuri llegaba golpeado por haberse peleado con los chicos del pueblo.

Sin embargo como un buen amigo los apoyo en silencio, retratando pequeños momentos en su grupo de cuatro, sus frágiles almas de 15 y 16 años no estaban preparadas para correr cuando aún necesitaban aprender a caminar.

El tiempo pasó más rápido de lo normal entre salidas, pasar el rato e incluso explorando, pronto los días en el calendario se acercaban más a una fecha a la que ninguno de los chicos quería llegar. El motivo era porque Otabek regresaría a la gran ciudad y Phichit ese año se mudaría.

El Caso PlisetskyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora