Ya lo había visto antes, no en las mejores condiciones, pero estaba al tanto de su existencia.
La primera vez que lo vi fue un accidente, los dos caminábamos por la misma calle no transitada y él con sus pasos tambaleantes había chocado con mi hombro y caído, sus ojos se miraban llorosos y su aroma revelaba su estado etílico.
Tenía unos mechones castaños hermosos y una tez blanca como la nieve, mi corazón latió fuerte y con delicadeza lo levante a la vez que lo ayudaba a levantarse.
"Una estrella"
Fue lo primero que se me vino a la mente.
-Debes tener más cuidado mocoso- dijo con voz calmada y continuo su camino mientras con sus mangas limpiaba sus lágrimas.
La segunda vez que lo vi fue en condiciones pésimas, la verdad es que ni siquiera creo que recuerde la segunda vez que nos vimos.
Él estaba tirado en el suelo, lo vi y corrí un poco para llegar a su lado, estaba por completo intoxicado, con cuidado retiré su cartera del bolsillo de su pantalón y miré su credencial de identificación, su nombre era Arthit, su dirección no quedaba lejos; con un poco de fuerza lo tomé y una vez teniéndolo en brazos empecé mi andar.
Bien pude haber tomado un taxi, pero estaba seguro de que ninguno me dejaría meter gente inconsciente sin hacer alguna pregunta.
La luz de la luna brillaba y el camino era tranquilo, su cara se veía tranquila y a cada paso él se acurrucaba más en mi pecho. Al llegar a la casa toqué un poco fuerte la puerta y en seguida una señora ya vestida para dormir abrió la puerta y me miro con rareza.
-...Arthit- susurro y miro al chico en mis brazos. - ¿Dónde lo encontraste? - cuestionó.
-Estaba tirado a unas cuadras de aquí-
La señora me miro con una cálida mirada y me dejo pasar, me guio a un cuarto muy bien arreglado, tanto que parecía que nadie había puesto un pie en ese lugar por semanas. Al salir de la habitación la señora me esperaba recargada en el barandal de las escaleras.
- ¿De dónde lo conoces? -
La miré con un poco de pena mientras negaba con la cabeza.
-solo lo he visto unas cuantas veces en la calle, ... Pero no podía dejarlo ahí tirado, él no pertenece al mundo de la calle... puedo verlo-
La señora solo se limitó a asentir mientras me guiaba a la planta baja.
-Él no pertenece a la calle- su voz comenzó a cortarse -mi esposa murió hace dos meses-
Después de decir eso ella me mostró un lugar donde podía sentarme y se dirigió a la cocina, después de unos minutos de espera ella regresó con dos humeantes tazas de café y tomo asiento a mi lado.
-Eran muy unidos... no lo había visto desde el día de la muerte de Love, ¿Podrías hacerme un favor? -
Sin dudarlo asentí y ella me dedico una sonrisa.
-No dejes que caiga más- esas palabras me habían caído de sorpresa. - sé que es mucho pedir, pero en estos momentos no estoy en condiciones de ayudarlo...ni siquiera me puedo ayudar a mí misma- su sonrisa se curvó un poco para volverse una mueca un tanto triste.
Con un poco de duda asentí, la cara de la señora me hacía imposible el negarme.
La tercera vez que lo encontré fue cuando toque su puerta al día siguiente, su aspecto se veía completamente demacrado y triste, pero con el baño se veía realmente apuesto.
- ¿Busca a alguien? - cuestiono con la voz un tanto ronca, se notaba que había estado llorando.
-Si... te estaba buscando a ti Arthit- su cara hizo una mueca de extrañeza
- ¿Nos conocemos? - me limite a asentir suavemente.
Le extendí mi mano y el con extrañeza la tomo, en seguida lo jale un poco para poder cerrar la puerta de su casa.
-Caminemos un poco-
La caminata fue por completo silenciosa.
-De hoy en adelante yo seré tu amigo- Sonreí un poco, pero el no noto mi cara feliz, simplemente continuó con la mirada gacha y no detuvo su andar.
Cada día era un paso más dentro de su mundo, el segundo día me dirigió unas cuantas palabras, aunque solo era su sabor de helado favorito, me había emocionado de sobremanera por fin escuchar su voz después de tanto intento de hacerlo hablar.
Una semana después me dedico la primera sonrisa, casi no había sentido el dolor punzante en la cabeza gracias a su hermosa risa, un poco cruel el reírse de dolor ajeno.
Un mes después me atreví a besarlo, sus labios eran suaves y tenía un ligero sabor a leche rosa, su lengua roso suavemente mis labios incitándome a abrir más la boca para que pudiera explorar libremente dentro de ella, sin poderlo evitar solté un pequeño jadeo, su boca sabia tan bien y sus labios se sentían como nubes acariciándome, el mejor beso que había tenido sin duda alguna.
-No te atrevas a dejarme solo ahora- esas fueron sus palabras antes de recargar su cabeza en mi hombro y comenzar a llorar, la última vez que lo vi llorar por la muerte de su madre, después de media hora de llanto el sorbio un poco su nariz, se limpió las lágrimas con el puño de la sudadera y me sonrió.
-Ahora ya puedo ser feliz, ya he llorado lo suficiente-
Me extendió la mano y nunca más me soltó, sin duda una estrella perdida había sido encontrada por mi y me sentí feliz por ello.

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Soundtrack peraya.
FanficEsta serán historias aleatorias de Arthit y Kongpop. Y regularmente de Krist y Singto