4.- Sospechoso

395 59 10
                                    

— Leorio... ¡detén el auto! — ordenó Kurapika justo antes de que dieran la vuelta por aquella carretera, Leorio pasó a propósito por ese lugar sólo para que Kurapika terminara de sufrir y perder cualquier esperanza de volver a ver a su ex esposo.  

Estacionó el auto a la orilla de aquella misma escena de muerte, Kurapika salió corriendo para mirar al vacío, miles de árboles y vegetación hechos polvo, un trágico paisaje de muerte.

— ¿Porqué... porqué tuvo que pasarnos esto? ¡Kuroro! ¡Kuroro! — gritó con desesperación a la nada, la carretera estaba dañada, el área restringida, una gran zona desértica y arruinada por el incendio, y al final del barranco los restos del auto que alguna vez fue de su esposo — ¡Kuroro! — gritó bajando por el lugar sin que Leorio pudiera alcanzarlo.

— Kurapika, ¡vuelve! ¡Te harás daño!

— No más daño del que pudo hacerse él — contestó mientras bajaba por el barranco llenándose de tizne las piernas.

— Maldito Kuroro, ni muerto puedes dejarnos tranquilos — dijo Leorio en voz baja — pero no me importa, me quedaré con Kurapika cueste lo que cueste, tendré que soportar sus lloriqueos por ti, ni siquiera te los mereces, basura.

— ¡Kuroro! ¿qué te han hecho? ¡no! — el llanto de Kurapika se hizo más fuerte, se inclinó sobre el asiento del piloto ya deshecho, no podía aceptar que su esposo hubiera muerto de esa manera tan cruel, imploraba que todo fuera una pesadilla horrenda y poder despertar para abrazar a su esposo y decirle cuánto lo amaba.

Leorio esperó unos minutos a que Kurapika se calmara para poder llevarlo de nuevo al auto.

— Ven, te llevaremos al lugar donde se originó el accidente para que puedas buscar algo que te ayude a recordar. — Uvog y los demás decidieron que el azabache ya estaba en condiciones para caminar y salir a ver los restos de su pasado.

— Díganme dónde es — no tardó ni un segundo en levantarse de la cama que Pakunoda le preparó días atrás, su recuperación había sido exitosa, excepto por sus recuerdos, todas sus heridas estaban repuestas y el dolor mitigado.

— Ya casi llegamos, estamos cerca — dijo Feitan caminando al frente del grupo como guía — ¿Quienes son esos? — se preguntó cuando alcanzó a ver a dos personas alejándose del auto.

— Kurapika, ya debemos irnos, te vas a poner mal con tanto dolor, por favor, te lo pido, él no hubiera querido que sufrieras así, hazlo por él — Leorio se asqueaba de tener que decirle eso, pero era la única manera de hacerlo entrar en razón.

— Está bien, vámonos ya — no había nada más que hacer ahí, Kurapika abrazó a Leorio y luego caminaron cuesta arriba para entrar al auto.

Feitan se quedó mirando alrededor una vez que llegaron ahí.

— Había dos personas en este lugar hace un momento — aseguró Feitan.

— ¡Por allá! — señaló Shalnark con su vista esclarecida.

— ¿Y si es el asesino? dicen que el culpable siempre regresa a la escena del crimen — Feitan con sus comentarios que alarmaban a cualquiera hizo que los demás se pensaran que aquellas personas podrían ser un peligro para su nuevo integrante.

— Amigo, quédate aquí, vamos a investigar — avisó Phinks a Kuroro antes de correr tras los sospechosos.

— Leorio, alguien nos está siguiendo — Kurapika se dió cuenta de que un grupo de personas corrían hacía ellos de manera agresiva.

— ¿Qué? no hay personas en este lugar — Leorio asomó la cabeza por el espejo retrovisor y miró hombres corriendo tras ellos por la carretera.

ERES MIODonde viven las historias. Descúbrelo ahora