— ¿Por qué me metiste? — pregunté mirándolo fijamente — ¿Por qué siempre eliges mentir?
Mis ojos se llenaron de lágrimas, aunque intente buscar una respuesta yo misma a mi pregunta no lograba hallar una.
Lo vi suspirar y mirarme de una forma que nunca había visto.
— Lo siento... — susurró — Pensé que esa era la única manera de acercarme a ti, de tenerte. Porque tu vida está llena de luz y la mía de oscuridad. Porque te veo y no creo merecerte.
— YoonGi... — negué y lo abracé fuerte — No digas eso, por favor. Ni siquiera lo pienses...
Me separé un poco y le sonreí acariciando su mejilla.
— Te amo — dejé un pequeño beso en su mejilla — No importa lo demás, te amo por quién eres. Y si vas a amar mi luz, también debes amar mi oscuridad. Así es el amor, al menos así lo creo yo porque es lo que siento.
— Perdóname — pidió y volví a negar.
— No tengo nada que perdonar, solo por favor. Ya basta de mentiras, algunas son inofensivas pero otras pueden llegar a hacer mucho daño.
Asintió y me envolvió entre sus brazos dándome un fuerte abrazo.
Amo a YoonGi, eso es lo único que debería importar.
(...)
Estaba en la escuela, mi mamá me había prometido mantenerme al tanto acerca de la operación de Anyi, espero que todo salga bien. Deseo mucho que sus ojitos sanen y pueda volver a ver.
Salí de la escuela y me detuve frente a la facultad de YoonGi. Esperé un rato y luego comenzaron a salir sus compañeros de salón pero no lo vi. Mordí mi labio y tomé mi celular para llamarlo pero una llamada de mi mamá entró en ese momento.
En cuanto escuché las noticias corrí para llegar al Hospital y ver a Anyi, me dijo que había estado preguntando por mi. Me dejaron entrar a la sala y la observé con los ojos vendados.
— Hola pequeña — me senté a su lado y acaricié su mejilla — Mi mamá dice que todo salió bien, en cuanto te quiten las vendas podrás ver otra vez — sonreí feliz — Dime, ¿qué es lo primero que quieres ver?
— Un piano... — sonrió tiernamente — Unnie, ¿puedes llevarme a ver un piano de verdad?
— Por supuesto — la abracé fuerte — Tus deseos son órdenes — reímos y me quedé con ella por un largo rato hasta que llegó la enfermera con sus medicinas.
Salí del Hospital luego de hablar con mi mamá y tomé mi celular para llamar a YoonGi, insistí varias veces pero no me contestaba. Suspiré y me subí al bus para pasarme por su apartamento.
— ¿YoonGi? — toqué la puerta varias veces. — ¿Estás ahí?
Me senté en la puerta y le envié un mensaje. Esperé horas allí pero nunca apareció, me estaba preocupando. Aquella noche se veía bastante deprimido, creí haber logrado que estuviera tranquilo pero al parecer no.
Me levanté y bajé yendo para mi casa, al llegar me di cuenta de que JungKook estaba en casa por sus botas. Fui hasta el cuarto de mi hermano y los vi hablando.
— JungKook...
Lo llamé y giró su rostro encontrándose con mis ojos. Me sonrió de una manera dulce, le sonreí también feliz.
— ¿Podemos hablar?
Asintió y se levantó siguiéndome hasta mi habitación, dejé mi mochila sobre la cama y me senté junto a él.
— Yo... — quise hablar, pero realmente no sabía que decir.
— Está bien — tomó mis manos y lo miré. Su sonrisa no se había borrado, su expresión era muy diferente a la de aquel día. — La verdad quería pedirte disculpas por desaparecer y por besarte — rascó su nuca avergonzado.
— No, yo lo siento — bajé la cabeza.
— Hey — puso su mano en mi mentón y alzó mi rostro para mirame — Lo entiendo, tu corazón está ocupado. No te preocupes por mi, estoy bien. Soy tu amigo KyuWon.
Sonreí y lo abracé, no pude evitar llorar. Me alegraba que las cosas se hayan arreglado, que JungKook estuviera aquí conmigo. Y también lloré porque estaba muy preocupada por YoonGi.
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