EL ERROR MAS GRANDE

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11:21 a.m. Llevo 2 horas con… Ya 22 minutos haciendo absolutamente nada. En el trabajo soy asistente y normalmente espero ordenes a ejecutar, pero hoy no. Mi jefa no ha llegado y se supone que entra a la misma hora que yo. La oficina esta curiosamente callada, me doy una vuelta por el lugar ay el silencio es recurrente a la falta de personas. Mira la descolorida agenda que me han proporcionado y veo que todos los abogados del estudio habían sido citados para un desayuno a las 8 a.m. Pero ya faltaba una hora y media para el almuerzo, no hay forma de que sigan allí. Bueno, es un día “libre” en la oficina, tendré que quedarme hasta la hora de salida, bajo de nuevo para preguntarle a la otra persona en el estudio, la secretaria:

— ¿La Dra. ha dejado algo por hacer? — Le pregunté inocentemente, como si no sospechara la ausencia de los abogados.

— Déjame mirar — Me respondió mientras me miraba consternada y culpable, como perro arrepentido que acaba de hacer una maldad — No. Al parecer no hay nada — Agregó.

— ¿No te ha dicho a que hora venía? — Le cuestioné. No me respondió, solo se mirándome fijamente, como con odio, como si hubiera cometido el error más grande de mi vida.

Una vez en mi oficina miro la hora; 15 minutos para el medio día. Al segundo recibo una llamada al móvil. No es mi móvil, era el de mi jefa. No tendría porqué tenerlo yo. Hurgo entre mis bolsillos y me encuentro con los móviles del resto de abogados . “¿Qué hacía con eso yo? ¿Cómo llegaron a mí?” No paraba de cuestionarme, voy al baño a lavarme la cara. “Nada cuadra este día”. Pienso para mí mismo. Levanto la mirada hacia el espejo. Toda la camisa llena de sangre, me comienzo a asustar. Entro en pánico, salgo del baño y me dirijo a mi escritorio. 2:03 p.m. “¡¿Qué?! ¿Cuándo pasaron dos horas?” En el auge de pánico siento un leve mareo. Me desmayo.

— ¿Los maté yo? ¿En verdad lo hice? No recuerdo nada — Esas tres oraciones se repetían en mi cabeza mientras estaba inconsciente. Despierto en mi escritorio, recostado. Sigo con sangre en la camisa, no me explico el porqué. De nuevo las 11:25 a.m. Tal parece que solo estaba vacilando entre el sueño y la realidad. Entra mi jefa corriendo, exaltada, pálida, como si hubiera visto un fantasma. Me mira y me dice

— ¡¿Qué le has hecho a la secretaria?! — Estaba realmente asustada, y yo. Bueno, yo no era yo — ¡RESPONDE!

—Yo… He… He… Yo he cometido el error más grande de mi vida — Le respondí mientras que lentamente me acercaba a ella con un cuchillo ensangrentado que se hallaba cercano a mí. — Quizá tenga razón — Me digo a mí mismo — Estoy cometiendo el error más grande, pero si de errores se trata, es un error que sí puedo disfrutar.

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