5. El Sub-Teatro

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Llamaron a mi puerta, Celia iba a abrir pero le dije que no importaba. Al abrir, mi sorpresa fue ver a Wuffle con una mirada triste.

— ¡ Wuffle! Que sorpresa.

— buenas Leónidas, ¿puedo pasar?

— pues... Claro, pasale — le dije con una sonrisa.

Wuffle entró y se veía muy angustiado; pasamos al salón de té de mi madre y nos sentamos en los mullidos asientos de terciopelo.

—¿ deseas algo de beber? — le pregunté con una sonrisa.

— no, gracias — dijo él asombrado por la belleza de la habitación.

Miré a Wuffle que se mostraba triste, como si hubiera cometido un delito o algo peor. Decidí traerle un jugo especial de piña y unos pequeños pastelitos que iban perfectos con el jugo.

— y dime Wuffle ¿qué te trae a mi casa?

— te quería pedir perdón por lo que pasó con Foxxo — decía el mientras nos traían los jugos — yo planeaba decírtelo ese mismo día, pero viste a Foxxo antes de que te lo pudiera decir. Te pido perdón de manera muy sincera.

Yo miré a Wuffle muy divertido, su disculpa era innecesaria.

— oh Wuffle, si yo estuviera molesto contigo ¿creés que te hubiera abierto la puerta, o invitado a pasar y darte de comer? Se que mi hermano te pidió esto y solo cumplías, tranquilo — lo golpeé en la espalda en señal de paz.

— gracias — dijo el gran lobo con una sonrisa.

Después de eso, le enseñe mi casa, le mostré las habitaciones, la biblioteca, y el vivero, eso fue lo que más le gusto, ya que se encontraban plantas únicas de mi país. Al final pasamos por la torre con observatorio.

— nunca había visto una casa con observatorio, esto es genial — dijo Wuffle mirando por el telescopio pequeño que salía por la ventana.

— si, siempre me gustó los observatorios y siempre quise tener uno en casa, pero como eso era prácticamente imposible, mis padres me compraron un telescopio, y, ahora que tengo mi propia casa, construí uno.

— con esto, puedo ver mi casa e incluso puedo ver el centro comercial de Foxxo, y eso que está muy lejos.

— vamos Wuffle, aun no has visto lo mejor.

Él me miro sorprendido por lo que le dije.

Bajamos de la torre y lo llevé al pasillo que une la cocina con el jardín.

— ¿listo? — él sacudió su cabeza en señal de aprobación — ¡abre los ojos!

Wuffle abrió los ojos y se llenaron de asombro. Un enorme teatro parecido a los clasicos de antaño en los cuáles, la gente de la alta sociedad miraba los dramas, tragedias y operas.

El salón estaba leve mente iluminado por las luces de las paredes y los asientos estaban en forma de semicírculo para ubicar bien a las personas que iban. Había 4 palcos en la parte superior y un enorme candelabro colgaba del techo y hacía ver todo más bello, y en el cielo raso unas pinturas muy bellas de la época romántica.

— nunca había visto nada igual en mi vida — dijo Wuffle con luz en los ojos.

— planeo invitar a los vecinos a un concierto de apertura y luego, tal vez, dar espectáculos en este lugar. Se que es una locura, pero es mi sueño hecho realidad, no le digas a nadie sobre este lugar ni del concierto.

— descuida, soy una tumba.

Me decidí darle un concierto privado a Wuffle, toque -Fur Elise- de Beethoben, pero, no decidí hacerlo con mucha pasión, ya que si lo hago así, pasan...  cosas.

— eso fue hermoso Leónidas — dijo Wuffle mientras aplaudía.

— esperaré a que se presenten todos y ahí tocare varías tonadas y una que otra petición.

Luego de eso Wuffle y yo nos quedamos hablando sobre como estaban las cosas en la casa desde que llegué y pasamos toda la tarde conversando que la noche cayó sin avisar, lo invité a dormir pero se nego, pedí a Celia que le diera un poco de pastel de zanahoria y se fue contento.

El resto de la noche la pasé pensado en lo que paso en este corto trancurso de tiempo y poco a poco me fui quedando dormido.

LeónidasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora