Capítulo Siete

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— Sabes que lo que has hecho es grave—advierte la psicóloga. Es quizá la séptima vez en el año que estoy en su consultorio. — golpear a un maestro no es cualquier cosa.

Se lleva el pelo hacia detrás de la oreja y se arregla los lentes con la mano derecha. La licenciada Aracely es quizá una de las mujeres más bellas de todo el mundo, o eso es lo que dicen mis compañeros, yo por mi parte no admiro en ella algo particular o que me llame mucho la atención.

— Estoy consciente de eso. — Le hago saber— Mi padre lleva en la oficina de la directora más de una hora, eso no debe de ser una buena señal. —Volteo a ver hacia la puerta de la dirección, está a unos cuantos metros.

Estoy atrapado en mis propios pensamientos, no quiero tener más problemas, no los necesito en mi vida. Odio a ese estúpido maestro de biología, es un incompetente ridículo; por eso no me arrepiento de haberlo golpeado, pero si me arrepiento de todas las consecuencias que eso va a traerme. « Zopenco, zopenco, zopenco » no dejo de repetir en mi mente queriendo decirselo a él en la vida real.

No sé qué es lo que va a pasar ahora, no tengo ni la menor de cuál va a ser mi castigo. Jamás había golpeado a un maestro antes, esta vez se me fue todo de las manos. Espero que a la retrasada de la directora no se le ocurra sacarme del equipo de fútbol o hacer alguna ridiculez como esa.

— El profesor Manuel puede presentar cargos por esto ¿lo sabes?

— Sí lo sé. Lo que no sé es que hago aquí con usted, no ha hecho más que tratar de asustarme, no sabía que eso era lo que le enseñaban en la universidad.

— Oliver, ten más respeto conmigo. — Me mira a los ojos.— Haber golpeado a tu maestro es un acto muy violento, tienes que estar muy enfadado para hacer algo así ¿hay algo que te moleste en este momento?

Pienso en las palabras de Bryan, en las insinuaciones de mis compañeros y en el artículo de la revista.

— Para nada. — Miento.

— ¿Por qué lo golpeaste, Oliver? ¿Hay algo que el maestro hizo que no te gustó?

— Se negó a escuchar mi petición.

Recuerdo las palabras del tonto señor Manuel, las que me dijo para negarme el dejar de trabajar con Bryan.

— Alguna razón para eso.

— Tan solo se puso renuente, me dijo que "no" a todo lo que le decía. Creo que me odia.

— Eso no justifica que lo hayas golpeado. Hay muchas otras formas de resolver un conflicto con tus maestros, si algo no te parece correcto vas y lo hablas con la directora.

— Tan solo fue un impulso.

Doy una sonrisa, aun puedo observar en mi cabeza la caída del estúpido Manuel al suelo.

— Demostraste rabia, Oliver. Sólo una persona con altos niveles de enojo actúa de esa manera. ¿Qué te frustra? ¿Qué te tiene así de alterado?

— ¡Ya le dije que nada!

Me doy cuenta que mi tono no corresponde con las palabras que estoy diciendo.

— Tienes que dejar fluir tus sentimientos para poder superarlos, cuéntame qué pasa en tu vida. Tú estás furioso por algo, pero lo importante es que sepas qué es ese algo. ¿Todo bien en casa?

— A usted no le importa eso.

Pongo cara de pocos amigos.

La psicóloga anota algo en su libreta. Se vuelve a arreglar el pelo y antes de que pudiese decir algo mi padre sale de la dirección. Él me mira con mucho enfado. Me encojo de brazos, pero no me dejo intimidar.

Amarte En Mil ColoresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora