Capítulo 5 - Resiliencia

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'El futuro tiene muchos nombres. Para los débiles es inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes es la oportunidad'.

----Víctor Hugo

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Habían pasado meses desde el último incidente.

El momento de acudir a la montaña Cang Qiong se acercaba, Shen Jiu debía obtener a Xiu Ya y conocer a los otros discípulos de su generación. Aunque a Binghe no le gustaba, tenía que mantener ciertas partes de la vida de Shen Jiu intactas para sus planes, aunque aún estaba inquieto por lo anterior.

Binghe siguió buscando la razón del porqué los recuerdos del antiguo Shen Qingqiu se hubieran mostrado ante el actual Shen Jiu, pero no encontró nada; era como si hubiera sido un simple error y la fuente de esa desviación espacial hubiera desaparecido tan pronto como se hizo presente.

El Semi-demonio no estaba para nada contento y aunque trató de ocultar su genio, su turbación fue incluso percibida por su compañero.

Shen Jiu no era idiota, algo pasaba con Luo Binghe, pero como siempre, él no era una persona que preguntaría. Se moría de curiosidad , pero no lo haría. Aunque eso no significaba que no hiciera algo por su cuenta para retribuir un poco.

Esa noche, Binghe estaba en el salón, mirando hacia afuera, perdido en sus pensamientos, tan ensimismado que no se dió cuenta de la presencia de nadie más hasta que el sonido de algo puesto en el piso se escuchó. Girando la cabeza, se encontró con el adolescente que acomodaba, sin decirle una palabra, el Guqin con el que solía practicar.

Shen Qingqiu, incluso ahora que solo era Shen Jiu, mantenía muchos de sus gustos intactos. Aprender a tocar la cítara era una de las peticiones que le había hecho a Binghe luego de haber escuchado a un músico que estaba de paso por la ciudad, sin embargo, Binghe siempre le escuchaba tocar en una habitación apartada y nunca de frente, por esa razón su expresión no pudo esconder el asombro ante lo que veía.

Jiu no dijo nada, solemnemente terminó de acomodar todo y luego de sentarse recto, como la más preciada y verde vara de bambú, miró directamente a los ojos del mayor — Tengo ganas de tocar algo — indica sin más, antes de concentrarse directamente en las cuerdas.

Claro, Jiu estaba tratando de calmar la mente de Binghe a su manera, pero nunca aceptaría que lo hacía porque estuviera preocupado por él. Actuaba extraño desde hace tiempo, coincidentemente con el sueño desagradable que Jiu había tenido. El adolescente no había podido olvidar lo que vió en ese sueño, aunque consideraba que solo era producto del estrés o del cansancio, no podía dejar de pensar en eso, sin embargo, pasaba en los momentos en los que estaba solo.

La música de las 7 cuerdas del Guqin llenó la estancia, una suave y calmante melodía influida de poder espiritual. Binghe podía sentir como cada nota era como una pluma acariciando su alma; su vista se quedó fija en el adolescente que parecía tan sereno y tan concentrado. Sin poder evitarlo, su mente viajó a su otra vida, en el momento que había escuchado a escondidas mientras su maestro tocaba. No había querido espiarlo pero la música le atrajo como si fuera una abeja a la miel más deliciosa. Caminó por la montaña, atravesó la parte más tupida del bosque de bambú y entonces, entre las hojas, la figura serena de su Shizun apareció.

Le había parecido increíble como, elegante y altivo, tocaba ese tipo de música. Pero en un momento, la música tranquila se había vuelto melancólica y luego errática, callándose al momento.

El Luo de 13 años se había asomado suavemente a través de las hojas, asegurándose de no ser visto, sólo para notar como su shizun tenía una mano en la frente y el rostro cubierto por su manga. No denotaba nada, pero algo en él le había hecho pensar que no se sentía bien.

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