『♡』
FREYA
Después de terminar su relato, el silencio en la estancia fue casi sepulcral.
Ni las respiraciones de los que estaban en el recinto se percibían.
El aire denso se colaba por cada uno de los cuerpos.
El miedo de romper el silencio, y más al percibir como Freya se acariciaba la parte afectaba llenó sus almas de conmoción.
Es que sencillamente si aquello resultaba fuerte para una persona de edad madura, ninguno se imaginaba lo que ella debió pasar esas semanas que la tuvieron retenida siendo apenas una niña.
—¿Estas seguras que no...? —la primera valiente en hablar fue Luisa.
Era una pregunta, de la que todos los de la sala necesitaban tener total seguridad.
Hasta la propia Freya, que no quiso pensar en esos durante años, consiguiéndolo. Sin embargo, al verse a punto de unirse a Adler, resultaba un factor determinante que no la dejaba dormitar.
—No te lo puedo decir con certeza —aceptó apesadumbrada —. Estuve inconsciente en manos de ese hombre dos veces, pudo haber ocurrido sin darme cuenta, estuve sin sentido muchos días —es que después de ser herida, y regresada a su familia todo se tornaba tan incierto.
Borroso.
No recordaba si quiera cuando deliró, si no fuese por lo que le contó su madre continuaría igual de nula.
—Pero, tu cuerpo... —volvió a ser acallada, porque Freya sabia perfecto a que se refería.
Esa debería ser una charla privada expresamente de mujeres, pero a los hombres no pronunciarse la atmosfera las sobrecogía.
No obstante, notaba rara a la castaña.
Un tanto ansiosa, como si algo dentro de ella estuviese inquieto.
Revolviéndole las entrañas, convirtiendo sus orbes marrones en dos posos sin vida.
Hasta la piel se le tornó más pálida de lo normal.
—Comprendo que el cuerpo tiene memoria Luisa, pero no lo sé —intentó tranquilizarla obsequiándole una sonrisa, pero al parecer no sirvió de mucho porque se advertía perdida.
Su hermano notándolo, al solo tener ojos para ella.
Con las vistas entrecerradas esperando su reacción, seguramente conteniéndose para no tocarle.
Sus manos inquietas siendo lo único que lo delataba.
» Cuando desperté no sentí nada más que el dolor causante por la herida —seguía sin parecer del todo conforme con su explicación —, y créeme que prefiero seguir en la ignorancia —negó imperceptiblemente, pero no dijo nada al respecto.
Solo selló sus labios, cruzándose de brazos desviando la mirada a un punto sin importancia.
—¿Qué tiene que ver Black en esto? —habló su hermano arrugando el papel que seguía en sus manos, y Luisa nuevamente acariciaba los hombros de Alex en busca de tranquilizarle.
Porque esta si se atrevía a tocarlo, mientras aquel le mirada de forma atenta negando, a la par que modulaba algo que se escapaba de su entendimiento.
—Él fue el que me golpeó —soltó con sinceridad mostrando su rostro —. Si esta aliado con Lord Keppel, es algo que desconozco —tampoco podía mentir al respecto —. Solo recuerdo la voz de una dama, el rostro del Conde y nada más —por lo menos no con respecto a su situación.
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PROTEGIENDO EL CORAZÓN (LADY SINVERGÜENZA) © || Saga S.L || Amor real II
Historical FictionA veces el amor baña el corazón de desdicha. Suele ser arrollador, llenándote de vitalidad pero no por eso menos letal. Y eso lo sabía perfectamente Lady Freya Allard, hermana del Duque de Beaumont, Lord Alexandre Allard. Una liberal Francesa de car...