Ella huele a delirio.
Tiene la perdición plasmada en sus orbes grisáceos.
La picardía que entierra en lo más profundo del abismo.
La sonrisa pecaminosa, que iba a ignorar sin estar seguro de conseguirlo.
Desechando la idea en el mismo segundo que la tuve frente a mis ojos.
El regreso poniéndola en mi camino.
Arriesgando mi integridad con su locura imposible de rechazar.
El corazón gritándome que me ande con cuidado, que me puede destrozar.
Pero, por más de que lo quiera resguardar, de que no pretendo volver a caer.
Es algo que no logro detener.
Solo puedo ignorarlo el tiempo suficiente para intentar creerme que no debe ser.
De que es imposible.
De que solo la tengo que ver como lo que es.
Una perfecta mujer, que al igual que yo, está protegiendo el corazón. Porque le teme a una desilusión.
Pues a los dos nos han demostrado que eso que llaman amor, hiere, duele y lastima, que no vale la pena arriesgarse si van a pulverizarte.
¿Para qué debo arriesgarme?
Es una incógnita que teniéndola de frente no la he podido resolver.
Lanzándome las señales de peligro, que sinceramente, contra todo lo que creo, no debería, pero pretendo ignorar.
Todo por Lady Freya Allard.
Según la sociedad, la dama más disoluta del lugar.
Aunque a mi modo de verlo, es un soplo de aire fresco.
Ese mismo, que con su risa me hace contener el aliento.
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PROTEGIENDO EL CORAZÓN (LADY SINVERGÜENZA) © || Saga S.L || Amor real II
Historische RomaneA veces el amor baña el corazón de desdicha. Suele ser arrollador, llenándote de vitalidad pero no por eso menos letal. Y eso lo sabía perfectamente Lady Freya Allard, hermana del Duque de Beaumont, Lord Alexandre Allard. Una liberal Francesa de car...