XV

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FREYA

El salón quedó en completo silencio ante aquella declaración.

Podía asegurar que ninguno respiraba.

Solo ella, que parecía que en cualquier momento fuese a perder el sentido, por como boqueaba y los latidos de su corazón se hacían más acelerados con el pasar de los segundos.

¡Se iba a morir!

Eso era un hecho, y ninguno se tomaba el trabajo de auxiliarla.

Ni su hermano.

Seguramente estaba viendo a Luisa como si quisiera matarla, cuando podía apostar que lo que realmente deseaba era deshonrarla de la manera más placentera que encontrara.

—¡Lady Allard! —negó.

No quería escucharlo.

Ni siquiera tenerlo cerca.

» Debe tranquilizarse —su negativa era rotunda, hasta empezó a forcejear. Pero aquel se resistía a liberarla de su contacto.

—Suélteme, Lord Stewart —enfocó esos ojos esmeraldas que resultaban su perdición, pero en ese momento solo fueron del montón.

Algo a lo que no le veía tanto sentido.

No, cuando la humillación resultaba más fuerte que cualquier sentimiento insulso, catalogado como enamoramiento unilateral.

—¡Dulzura! —por fin la soltó o más bien fue empujado a un costado, por el que ahora acunaba el rostro con sus manos, ignorando los llamados de su madre y familiares espantosas —. Enseguida nos vamos de este lugar —asintió como buenamente pudo, dejando que ahora tomara su mano. Sin embargo, no alcanzaron a dar dos pasos porque fueron frenados por el mismo que había organizado esa desastrosa noche, porque aquello estaba lejos de ser planeado por su persona —. Padre, por favor —parpadeó al ver la escena.

Adler intentando pasar al Duque, que se resistía a dejar el camino libre para ellos.

—Entiendo que quieres llevarla a un lugar que se sienta cómoda, pero necesito unas palabras con la dama —el rubio se negaba a aceptar, y a decir verdad ella también se veía tentada.

En ese castillo se sentía asfixiada.

—No la dejare a solas con nadie —el tono acerado que implementó la hizo respingar.

Esa parte de Adler no la conocía.

Aquella en la que defendía a los que apreciara por encima de su sangre si era necesario.

» No cometeré ese error de nuevo —la tomó por la cintura de forma protectora, haciendo que su estómago diese un vuelco.

Un contacto regular, pero lo que sintió fue abrumador.

Seguramente al poseer las sensaciones a flor de piel.

—El error fue tuyo, al pretender que aceptase su presencia cuando se ha pasado la vida intentando rebajar a tus hermanas.

—Deberías analizar los seres despreciables a los cuales criaste, porque no siempre es culpa del que solo se defiende, madre —la silenció con esa frase mordaz —. No estamos para rendirle pleitesía cuando no son más que seres vacíos que solo piensan en el qué dirán —negó mirando de reojo a su progenitora —. Y te creía diferente a ellas, enserio lo eres. Así que, deja de pensar en las normas y juzga con el corazón porque la razón también puede equivocarse —eso hizo que la dama sollozara furiosa por la reprimenda acertada de su hijo en frente de todos.

PROTEGIENDO EL CORAZÓN (LADY SINVERGÜENZA) © || Saga S.L || Amor real IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora