Capítulo 22. Cielo rojo

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—Mírala ¿no te pone? —codea a Asmodeus y este asiente sonriendo

—Por eso no la pude dejar ir

Ignoro lo que dicen y sigo bailándoles. Abro las piernas y me deslizo abajo. Rodeo el tubo y vuelvo a subir. Me tumbo en el piso y me acaricio provocándoles. Paso mi lengua entre mis dientes mirándolos.

Sonrió orgullosa.

Los tengo a mis pies...

☆☆☆

Me obligan a inclinarme más. Alexander acelera las embestidas desde atrás mientras Asmodeus, abajo, palmea mi trasero. Arqueo la espalda, ambos me llenan por ambos lugares. Alexander se sujeta con fuerza a mi cintura y Asmodeus lame mis pezonez.

—Ricas tetas

—Si daddy

—Solo mías

—Eh, también son mías—replica Alexander jadeando

—Si amo

Sonríen compartiendo miradas cómplices.

Me rio por dentro

☆☆☆

Presiono con fuerza el bolso contra mi cuerpo. Nadie me lo va a quitar esta vez. Nadie debe saber que ahí está esa palanca.

Repaso el plan, nada debe fallar, es mi última oportunidad.

Me miro por última vez al espejo. El largo vestido rojo combina con todas las joyas que me dieron.

—¿Lista? —Killdrem abre la puerta

—¿No te enseñaron a tocar la puerta antes de entrar?

—Sí y me vale madre

Ruedo los ojos. En fin, está loco.

—Vámonos ya o te saco a la fuerza

Me cuelgo el collar que me dio Alexander.

—No tienes que ser tan grosero, ya voy

—Oh, disculpe su alteza

—De acuerdo, te disculpo—gruñe y está a punto de abalanzarme contra mi, cuando Alexander se mete en medio.

—Ya nos esperan

—Vamos—pone su brazo y me afianzó a él.

Bajamos con cuidado y entramos a la limusina.

—A mi daddy y a Alexander amo ¿entendiste? —Asmodeus me coloca una cadena en el cuello y él toma la correa. Esto lo había visto en la mansión del pecado.

—Si daddy

—Bien hecho—me besa

Los demás entran y la limusina avanza.

Allá vamos...

☆☆☆

Me coloca un antifaz antes de salir. Me abriga y rodea mi cintura pegándome a él.

La música se escucha desde afuera, y da miedo. Es una mansión que parece muy antigua. Hay demasiados autos alrededor y muchas personas caminan directo a la entrada.

Se detiene la limusina en la puerta y bajamos. Me toma de la mano y entramos siguiendo a los demás.

Ya adentro nos desviamos del camino y me lleva directo al comedor donde la mayoría de las sillas están ocupadas por mujeres en mi misma situación, golpeadas y encadenadas del cuello como si fuéramos animales. Me da impotencia no poder hacer nada. Ni defenderme.

Pacto Perfecto: De Pornstar A  Mascota Del Demonio (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora