Capítulo 1. Una promesa

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Me miro frente al espejo

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Me miro frente al espejo. Mis ojos lucen negros y brillantes, mi rojiza piel hace resaltar mi cabello blanco y cuernos negros como el carbón. Igual a como era mi padre en sus inicios. Me coloco el saco con tranquilidad y suspiro.

Iré a la tierra a cerrar pactos... de nuevo. Solo que esta vez me acompañarán otros demonios y no mis hermanos.

Debo cambiar mi apariencia ante los ojos humanos...lo pienso, pienso en cómo cambiarlo y me decido por cabello negro, unos ojos azules y piel pálida. Atrae, sé que sí. Ya solo retraigo mis cuernos y cola, cambio mis dientes afilados por unos lisos y humanos.

Sonrío mirándome. Hasta yo me gusto.

—Toc toc ¿estás listo? —se detiene en la puerta y se recarga en el marco de la puerta cruzándose de brazos. Clava sus ojos negros en mí.

—Siempre— respondo alzando el mentón —¿Estarás bien sin mí?—sonrío con burla. Y el bufa.

—Uff haré una puta fiesta—sonríe. Y ambos reímos. Él es mi hermano, Alexander, el demonio de la guerra.

—Bueno, ya me voy, no me extrañes —camino a la puerta pasando por su lado.

—¿Extrañar? Me voy a montar putas en tu nombre

Rio mientras salgo al pasillo. Encontrándome a los demonios charlando.

—Es hora de irnos —me miran y asienten —¿No cambiarán su aspecto?

—En el camino, aún no decidimos—dice el demonio de la Venganza.

—Vale—me alzo de hombros y sigo caminando, atravesamos el camino empedrado alumbrado por antorchas.

—¡Me guardas unas almas!—grita Alexander a mis espaldas

—¡Sí!—respondo

Los demonios me siguen hasta la puerta a la tierra.

Jake, mi otro hermano se cruza en mi camino.

—Ya me voy Jake— le aviso

—Aja—alza una mano restándole importancia y sigue caminando como alma en pena; con la cola puntiaguda arrastrando y los hombros caídos. Todos sabemos por qué.

Porque él odia este lugar, prefiere estar con mamá en el cielo jugando con los emplumados de voz melodiosa.

De lo que se pierde.

Giro hacia los demonios que ya me esperaban en posición para subir. Abro la puerta y las llamas nos envuelven. Segundos después nos recibe una ráfaga de viento.

Aparemos en un oscuro callejón. Ellos cambian su forma, ahora lucen humanos.

—Bien, aquí nos separamos— dice el demonio de la Ira

—Sí, luego nos vemos—alzo la mano despidiéndome y avanzo saliendo del callejón. Acomodándome el saco.

Pocas personas caminan en la calle, muy abrigadas pues el frío en la cuidad es común en estas fechas. Y más a estas horas de la noche.

Yo no siento frío. Bueno, más bien, no siento nada.

Camino por la calle cuando música llama mi atención, suave y erótica música. Me envuelve de inmediato, hace que camine embelesado hacia ella, mi sonrisa se asoma cuando llego a un club nocturno. En cuanto me acerco a la puerta los guardas me miran de pies a cabeza con su típica cara de "te matare".

Creo que es por el traje oscuro que cubre mi cuerpo.

—Día de trabajo— mascullo alzando los hombros y ellos asienten.

Abren la puerta y me ven entrar. Cierran la puerta detrás de mí y yo observo todo a mí alrededor.

Mujeres bailando provocativamente al compás de la música y los hombres casi salivando al mirarlas. Me acomodo en una mesa vacía. Enseguida una guapa mujer pelinegra con poca ropa se acerca y me pone una cerveza en frente, se sienta en mis piernas y me habla como si nos conociéramos. Le sigo la conversación, me pregunta de dónde vengo, a que me dedico y que busco esta noche. Le respondo con mentiras y ella las cree. Me ofrece ir a un lugar y yo estoy a punto de decir acceder cuando una rubia de ojos claros sale al escenario.

—¿Quién es ella?—el antifaz de encaje negro no me deja ver su rostro a la perfección y las luces que cambian de colores no ayudan tampoco.

—Layla—responde con fastidio en su voz. Acaricia mi cabello y trata de tapar mi vista con su rostro. Siento su deseo pero siento más el de Layla, como si ella fuera una llama en medio de la oscuridad. Definitivamente la quiero, ya me imagino sus gritos y gemidos cuando la tenga en mis manos.

Layla...— saboreo su nombre. Ella clava sus ojos en mí y se desliza por el tubo abriendo las piernas.

Serás mía Layla

Me dejo llevar por la pelinegra que acaricia mi entrepierna pero me prometo regresar por ella.

Pronto nos veremos Layla...


Pacto Perfecto: De Pornstar A  Mascota Del Demonio (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora