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Una noche fría de diciembre.

Una noche de magia y elegancia.

Estaba a punto de terminar una gran celebración en la que todo había sido música, baile, risas...

Era un 25 de diciembre en Hogwarts diferente, en medio de un torneo en el que cuatro posibles vencedores se ven enfrentándose esta vez en la pista de baile en lugar de con un dragón.

La noche para algunos se hizo muy corta, sobre todo, para un grupo de Slytherins que marchaban entre risas y con disimulo hacia la torre de Astrología para seguir con una fiesta privada antes de volver a su sala común.

Todos tenían esa especie de adrenalina por el cuerpo con una grata sensación al haberse escabullido de los prefectos esa noche. Entre ellos, el grupo de Draco Malfoy había movido hilos y sobornado a algunos para que les dejasen un rato más fuera de la cama.

Ni si quiera los profesores estarían al tanto de sus escaramuzas. Parecía que en realidad habían organizado el baile para ellos más que para los alumnos y a alguno se le había podido ver con una mirada más relajada de lo normal mientras sostenía su copa.

Seis jóvenes caminaban a paso despreocupado sintiéndose en ese momento los reyes del castillo, eso sí, procurando no alzar mucho la voz de todas formas. Comentaban los mejores momentos de la noche:

–Diggory ha quedado impresionado cuando he hecho el encantamiento para transformar el ponche en algo más fuerte –alardeó el joven y engalanado Malfoy.

–¿Y habéis visto lo patoso que estaba Potter bailando con Patil? –comentó Pansy Parkinson en tono burlón mientras se recogía la cola de su vestido gris con unas flores estampadas que remarcaban su pomposidad y la vez pretendían causar el efecto que buscaba en los chicos, en concreto en Draco, su pareja de baile- Qué patético...

–Y no me hagas hablar de la túnica de Weasley... -continúa él tomando a la muchacha del brazo con delicadeza mientras esta se ríe tontamente.

–Yo en su lugar habría quemado esa cosa –intervino Zabini haciéndoles reír a ellos y a su acompañante.

–Id subiendo. Pansy y yo vamos a por la bebida.

–¿Al final dónde la has escondido, Draco?

–En el baño de Myrtle la llorona –respondió compartiendo esa vez las risas con Crabbe y Goyle. El par de muchachos grandullones estaba custodiando bajo sus túnicas las últimas provisiones adquiridas en el Gran Comedor. Se sentían bastante entusiasmados de cambiar a sus parejas de esa noche por unos grandes pasteles de frutas, poco les importaba y parecían más satisfechos con el cambio-. Nadie entra ahí y ella estará callada.

-¿Cómo puedes estar tan seguro? -preguntó esta vez la acompañante de Zabini y amiga de Pansy.

-Porque si no, le dije que me chivaría a la Dirección de que le da por espiar a los chicos en los baños de otras plantas... –Draco y sus guardaespaldas compartieron miradas cómplices y de suficiencia, sabiendo que no mentían pero que de todas formas exagerarían más esa amenaza.

–Esa gafotas me da escalofríos, Draco. Nos daremos prisa... -advirtió Pansy- No sea que se ponga a gimotear porque no ha podido ir al baile.

–Bueno, podemos dar un rodeo sin prisa...–le susurró a su pareja y ella volvió a soltar una risita bobalicona– Id tirando. Crabbe y Goyle vigilarán las escaleras de la torre por si acaso.

–No os demoréis demasiado, parejita, que no queremos que se estropeen las bebidas –les dijo Zabini empezando a alejarse por el pasillo con la pandilla.

Ranas de chocolate (Druna)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora