Sexta noche

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Al día siguiente, Catra despertó gracias al creciente calor en el interior de la choza, era casi el mediodía, no había dormido demasiado pero había dormido muy bien. Adora no estaba junto a ella, pero la escuchó afuera arreglando al caballo. Sonrió con satisfacción, la noche anterior había sido muy placentera, prueba de ello eran las diferentes marcas que tenía por todo su cuerpo.

Aunque pensaba que Adora sería suya, lo cierto es que en secreto quería que Adora la tomara e hiciera lo que quisiera con ella, que fue exactamente lo que pasó. La rubia recorrió todo su cuerpo, y su piel aún se erizaba al recordar sus caricias húmedas. No pensó que le iba a gustar tanto, si antes ya le atraía la caza demonio, ahora estaba perdida, literalmente.

Además, la mayoría de los humanos se desmayaba al cabo de un par de horas (en algunos casos, hasta morir), pero Adora tenía una resistencia mucho mayor, en parte porque era, claramente, un ser mágico muy fuerte. La súcubo se tomó su tiempo para estirarse, vestirse y regodearse en los recuerdos de su intensa noche con Adora.

Cuando salió, la rubia estaba dándole una manzana al corcel, y parecía tan indiferente como siempre.

—¿Te ibas sin mí? —preguntó divertida Catra.

—Si no despertabas pronto, sí. Aunque tengo la impresión que me hubieras seguido de todos modos —respondió socarronamente Adora, sonriendo levemente.

Había cierta complicidad entre ellas ahora, cosa que a la demonio le alegraba. Sin embargo, Adora no podía sentirse del todo feliz. Aunque no se sentía comprometida con la súcubo, a pesar de la buena noche que habían tenido, no le agradaba la idea de admitir que le gustaba una demonio. Tampoco le agradaban esos sentimientos de preocupación que comenzaban a surgir por ella, sobre todo desde que supo que Hordak le había hecho daño también.

Adora montó en Swifty, y le ofreció una mano para subir a Catra, quien de inmediato se apegó a ella abrazándola por la cintura. Ese contacto hizo que la rubia sintiera una corriente eléctrica recorriendo su cuerpo, aún después de todo lo que habían hecho anoche, quería más, necesitaba más de su piel. Intentó enfocarse, pero el calor intenso que se producía donde sus cuerpos se tocaban, no le ayudaba.

Entonces, decidió tomar un desvío a ese pequeño estanque secreto donde la había llevado antes, necesitaba un baño de agua fría en el cuerpo. Catra reconoció el lugar, y sonrió con malicia contenida. Adora desmontó y libró a Swifty de sus alforjas para que retozara un rato, y enseguida comenzó a desnudarse sin prestarle atención a la demonio.

Se sumergió en el agua y dejó escapar un suspiro, que no pasó desapercibido para Catra.

—Parece que necesitabas enfriarte con urgencia —se burló.

—Cierra la boca —le respondió, tirándole agua en la cara.

Estuvieron flotando un largo rato en el agua, tranquilamente, muchas cosas pasaban por la mente de Adora, y Catra quería saber cuáles eran. La observaba discretamente, era un deleite observar su cuerpo desnudo, y gracias a que no le quitaba la vista de encima, notó que la rubia estaba algo tensa. Sonrió, porque tenía una idea de cómo relajarla.

Se acercó a Adora por detrás, lo cual no pasó desapercibido para la caza demonio.

—¿Qué haces?

—Tranquila, sólo te ayudaré a relajarte.

Dicho esto, comenzó a masajear los hombros de Adora, deshaciendo varios nudos. Lo cierto era que para sorpresa de la rubia, Catra hacía muy buenos masajes, se estaba relajando. La súcubo se reía para sus adentros, el masaje iba tal como esperaba, Adora estaba bajando poco a poco la guardia. Estuvo largo rato trabajando en su cuello y hombros, hasta que notó que la tensión hubiese desaparecido.

Siete noches con la súcubo - Catradora AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora