Quinta noche

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Adora apretaba los puños cada vez que recordaba lo que había escuchado de parte de la súcubo la noche anterior. De todos los demonios posibles, tenía que estar relacionada con Hordak, el que destruyó su hogar. Catra le había contado la verdad, ella había sido desterrada del inframundo al mundo de los mortales para siempre, pero Hordak le chantajeó prometiéndole que podría regresar si lo ayudaba.

Cuando la súcubo se dio cuenta que jamás regresaría al inframundo, se enfrentó a Hordak, pero él era más fuerte que ella, aun así no la mató, pero la obligó a recolectar toda clase de objetos mágicos, con el fin de debilitar a los humanos. Catra poco a poco fue perdiendo el interés en regresar a su lugar de nacimiento, acostumbrándose al mundo mortal y aprovechándose de toda clase de humanos.

Tras escuchar esto, Adora palideció, y su mirada parecía perdida en los recuerdos. Catra aún pensaba en aquello, la reacción de la rubia al escuchar el nombre de Hordak fue mucho peor de lo que esperaba, a pesar de que tampoco se había imaginado que conocía a Hordak. Pero si él estaba tras objetos mágicos, tendría sentido que quisiera apoderarse de la espada de Adora.

Ahora galopaban a toda velocidad en dirección al Desierto Carmesí, en el camino, se encontraron con un vasallo de Brightmoon, por lo que Adora le entregó una carta para la reina, para alertarle sobre Hordak. Desde entonces no se habían detenido, hasta que la rubia de pronto cambió el rumbo a los Bosques Susurrantes. El ocaso estaba cada vez más cerca, llevaban varias horas viajando.

—Si no te molesta, ¿podrías aclararme a dónde vamos? —preguntó Catra, sin muchas esperanzas de obtener una respuesta.

—Tengo que ver a Razz. Su magia me ayudará —respondió Adora, sorprendiendo a la demonio.

—¿Qué? ¿Para qué? ¿Piensas ir tras Hordak?

—Haces demasiadas preguntas.

Se adentraron en el bosque, aunque en una dirección totalmente distinta a la que se habían encontrado la primera vez ambas. Llegaron a una choza bastante austera a simple vista, Adora desmontó de inmediato, y comenzó a gritar el nombre de Razz. De la nada apareció una anciana algo encorvada, quien saludó a Adora con una sonrisa.

—Razz, necesito de su ayuda. Tengo que recuperar esos recuerdos, es tiempo.

—¿Estás segura Adora? Recuerda que tendrás que esperar hasta el amanecer para recuperar el control.

—Estoy segura, estaré bien, Razz.

La súcubo se había mantenido en silencio, observando con atención, no entendía nada de lo que pasaba. Razz encendió una fogata ahí mismo, ya que estaba anocheciendo, sería una noche clara, pero fría.

—Siéntate, Adora, vamos a comenzar. Demonio, te aconsejaría que te alejaras un poco de nosotras.

Catra retrocedió unos pasos, pero se quedó ahí, esperando por si a Adora le sucedía algo, no sabía si sentía curiosidad o preocupación, pero se mantuvo ahí cerca de la rubia. Razz comenzó el ritual, murmurando palabras arcanas, y pronto la demonio percibió que una gran energía mágica se acumulaba en el lugar, y se concentraba en Adora, quien comenzó a brillar por completo, incluso abrió sus ojos como en una especie de trance, aunque parecían dos luciérnagas por lo brillantes que estaban.

—Adora, dime, ¿qué es lo que más deseas?

La aludida miró en dirección a Razz. A la súcubo le dieron escalofríos, ya no parecía tan humana.

—Vengar a mi familia, recuperar el honor de la casa Grayskull, y... —su mirada viajó hacia Catra.

Razz no hizo más comentarios al respecto, parecía concentrada en otra cosa, por lo que la súcubo vislumbró, parecía acumular magia en sus manos.

Siete noches con la súcubo - Catradora AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora