—Alteza, Grayskull está aquí.
—Bien, hazla pasar.
La caza demonios entró en el elegante salón del trono para enfrentarse con la reina Glimmer, quien la observaba con cierta curiosidad. Sus ropas oscuras contrastaban con el mango dorado que asomaba por su espalda, era su famosa espada She-ra, que se decía le daba su poder, una magia tan poderosa que incluso era capaz de matar demonios y cualquier esbirro del inframundo.
—Adora Grayskull, tenía ganas de conocerte. No es muy común oír de un caza demonios en estos oscuros días.
—Majestad, me imagino que tiene cosas más importantes que hacer que perder el tiempo aquí conmigo, ¿por qué no va al grano de una vez? —interrumpió la rubia.
La reina, disgustada, la miró directamente a los ojos, encontrándose con una frialdad inesperada, por lo que supuso que lo mejor era no enemistarse con ella.
—Hace un tiempo, me avergüenza decirlo, fui seducida por una súcubo sin escrúpulos. El problema es, que ella robó algo muy importante que me pertenece. Lo necesito de vuelta, necesito que me traigas a la súcubo viva para interrogarla, es importante que no la mates, o nunca recuperaré mi... sólo no la mates. Te pagaré por adelantado la mitad, cuando la traigas, te pagaré el resto.
—Tendrá que ser una buena cantidad para traerle un demonio vivo, ya que mi especialidad es matarlos.
—¿Esto será suficiente? Puedo darte más si es necesario.
Le mostró una bolsa con varios miles de monedas de oro. La rubia inspeccionó la bolsa de cuero complacida. Al parecer la súcubo había robado algo bastante importante.
—Cuente conmigo. Volveré aquí antes de la siguiente luna llena.
—De acuerdo, estaré esperando, procura no... caer en sus encantos.
—Ja —sonrió la rubia con soberbia.
—Si de algo te sirve, su nombre es Catra, y no hace muchas lunas se marchó de aquí.
La caza demonios asintió, y haciendo una ligera reverencia, se retiró de los aposentos de la reina. Si quería capturar a esa súcubo viva, iba a necesitar un par de cosas. Revisó el viejo mapa del continente que tenía, por suerte tenía a su caballo fiel, Swifty. Estaba a un par de horas del mercader, lo mejor sería apresurarse. Se sentía confiada gracias a la excesiva cantidad de oro que le había dado la reina, pero eso también la inquietaba, ya que si le robaban se iría todo a la mierda.
Montó a Swifty, y gracias a su galope ligero, llegó antes del ocaso al pueblo de Thaymor. Tendría que comprarle algo de comer a su corcel, su velocidad siempre le salvaba el trasero. El mercader parecía reacio a venderle, pero una vez que soltó un par de monedas de oro, su amabilidad le afloró enseguida, ofreciéndole más de lo que esperaba que tendría. Finalmente, le preguntó por la taberna más cercana.
La taberna era más alegre de lo que esperaba, y recibió algunas miradas de reojo por su aspecto lúgubre, pero la mayoría simplemente la ignoró. Se sentó en la mesa más retirada, y ordenó unas cuantas pintas de cerveza para escuchar con tranquilidad. Parecía una simple viajera, pero en realidad estaba allí para escuchar rumores que le ayudaran a encontrar su próxima presa, que no debería estar tan lejos.
Gracias a su espada mágica que estaba unida a ella, podía usar magia para amplificar sus sentidos. Podía ser algo desagradable, pero escuchar cada sonido de aquella concurrida taberna le serviría para oír algo interesante, ya que los ebrios siempre sueltan la lengua. No tuvo que esperar demasiado hasta que escuchó lo que esperaba. Eran dos hombres que claramente habían bebido bastante.
—¿Oye, escuchaste el rumor de Plumeria?
—¿De qué estás hablando?
—Se dice que un demonio está robando mujeres. Hay muchos viudos desesperados.
—Que tontería, ¿en qué nos afecta eso a nosotros?
—Podríamos ir a Plumeria y...
Adora se levantó de la mesa, pagó por las bebidas y se fue de inmediato. Le regaló una manzana a Swifty y se encaminó hacia Plumeria. Calculó que llegaría al día siguiente bastante entrada la noche, lo cual era perfecto para encontrar a la súcubo.
Cerca de Plumeria estaban los bosques susurrantes, la rubia apostó a que se encontraría a la demonio por ahí. No había tenido buenas experiencias en aquel bosque, pero por lo menos Swifty nunca la abandonaba. Cuando llegó, su instinto le indicó amenazas, por lo que probablemente si no era la súcubo otro demonio andaba por allí.
Decidió desmontar y guiar a su caballo a pie, a quien volvió a premiarlo con una manzana, se colocó el elixir en la ropa, salpicando gotas en todos lados, esperando que funcionara, y se adentró en lo profundo del bosque. Había demasiado silencio, lo cual siempre detestaba, porque el silencio significaba peligro. Sus sentidos estaban alertas, esperando al menor indicio que mostrara alguna presencia demoníaca.
Swifty de pronto se detuvo, y aunque Adora tiró de las riendas, el caballo se mantuvo reacio a continuar andando. Entonces, escuchó un ligero crujido de rama, venía de lo alto de un árbol. Su mano derecha se fue automáticamente al mango de su espada, estaba lista para desenvainarla.
—Si no bajas, iré por ti demonio.
Se escuchó una risa burlona pero coqueta, como respuesta. Unas hojas sonaron, y de la oscuridad emergió la súcubo. Su aspecto era casi humano, a excepción de sus cuernos en la frente y su cola cuyo final tenía punta, este aspecto era característico de su especie, a diferencia de otros demonios que tenían un aspecto horrible.
Su apariencia sorprendió un poco a la caza demonio, pero se recuperó rápido, ya que por mucha sensualidad que desprendiera, seguía siendo un demonio come almas. La escasez de ropa la distraía un poco, lo que le molestaba, pero no podía quitarle la vista de encima, era peligrosa, lo presentía.
—Uuh, vaya, eres toda una guerrera. ¿Viniste a matarme? Me encanta tu cara enojada, es como si te molestara toparte con una chica tan sensual como yo. No te preocupes, no tengo problemas con los músculos en las mujeres, de hecho, me encantan —dijo mordiéndose el labio inferior, mirando con descaro el cuerpo de la rubia.
—No sé de qué estás hablando, Catra, pero será mejor que guardes silencio, o te cortaré la lengua. No pongas a prueba mi paciencia —contestó Adora, quien mantenía su ceño fruncido, no le agradaba para nada que un demonio fuera tan hablador.
—Aah, qué pena, mi instinto me decía que te gustaban las mujeres, ¿o acaso me equivoqué?
Por toda respuesta, Adora desenvainó la espada, dando como resultado que un halo dorado rodeara su cuerpo, y sus ojos azules brillaran intensamente aún en la densa oscuridad del bosque. Catra hizo crecer garras en sus manos, y se lanzó directamente hacia la rubia, con gran velocidad, pero no notó que era una trampa hasta el último instante, ya que Adora esquivó a último momento su ataque, con una sonrisa de satisfacción, para apoyar una mano en la espalda de la demonio.
Le pegó un talismán de papel que la obligaba a obedecerle, una especie de contrato. La poderosa magia recorrió todo el cuerpo de Catra, quien de inmediato se enfureció al sentirla.
—¡¿Qué me hiciste?! —gritó iracunda.
—Nada malo, sólo tendrás que hacer lo que yo diga —le contestó con una sonrisa malvada.
A la súcubo no le causó nada de gracia, y se lanzó de nuevo al ataque, pero su cuerpo quedó inmovilizado a unos centímetros de tocar la cara de la caza demonio.
—Es inútil, no puedes atacarme. Pero no te preocupes, el sello de este contrato se romperá en siete días. Para ese entonces ya te habré entregado a la reina, y cuando ella te libere, podré matarte por fin —finalizó con una sonrisa aterradora, que en vez de asustar a la súcubo, sólo la excitó más.
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Siete noches con la súcubo - Catradora AU
FanficAdora, una caza demonio experta, es contratada por la reina Glimmer para capturar a Catra, una súcubo que robó algo bastante preciado para la reina, por lo que Adora deberá llevarla viva para obtener el resto de la cuantiosa recompensa. Pero, ¿qué p...