Dieciocho

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Narra Kyle

- Deja de mirarle el culo a Amanda -

Es el cuarto día en Newport Beach. Después de haber ido a la playa ayer por la tarde, nos quedamos con ganas de seguir pasando un rato en el agua. Me chupa un huevo lo que digan los profesores y la mayoría de los padres: Estar en la preparatoria es un dolor en el culo. Pero cuando estoy en el agua, nadando como si fuera un pececito sin preocupaciones o pasatiempos autodestructivos, todo se me olvida. Casi nada importa. Todo lo que está a más de cinco millas de este lugar no me interesa.

Todo, excepto lo que está justo al frente mío. 

Luke, Ben y Xander se fueron a dar una vuelta por la playa, mientras que Jared, yo y las chicas nos quedamos en nuestro sitio. Es mejor quedarse acostado en la cama de playa, nadando un rato y luego abriendo una cerveza, música tropical y una vista magnífica al frente.

La vista que se volvió mil veces mejor cuando Amanda se quitó la ropa, quedándose solo con el bikini. Por más que lo intento (Porque juro que lo intento) no puedo evitar que mis ojos se desvíen hacia ella. 

- No le estoy mirando el culo - Le digo a Jared, apartando mis ojos de Amanda. Ella, Jo y Kat están (fallidamente) intentando entrar al agua, que, a juzgar por sus gritos, está demasiado fría para su gusto. 

- Sí lo estás haciendo - Responde Jared. Su voz me dice que medio reprocha mi negación, mi constante "No, no la estoy mirando" cuando en realidad ya he perdido la cuenta de las veces en que mis ojos han ido a parar por su cuerpo desde que llegamos acá. Intento no ir más allá. Intento no imaginarme cómo sería finalmente tenerla entre mis brazos, su piel bronceada y suave contra la mía, su pecho pegado al mío, mis manos deslizándose por su cintura y con un solo movimiento quitándole la parte de abajo del bikini...

Maldito yo.

- No, no la estoy mirando ¿Y qué onda? ¿Ahora eres la policía de las putas miradas? - No pretendo sonar tan molesto. Solo no quiero que Jared piense que para mí, ella es simplemente un objeto del deseo. Sé cómo funcionan las cosas entre nosotros, al menos hasta hace poco. Si le admito que Amanda me pone a mil, entonces él me dirá que intente hacer cosas que en realidad no estoy seguro si debería intentar.

- Solo te estoy señalando lo obvio. Mira, no sé que tienes con Amanda o si tienen algo en lo absoluto, pero es obvio que te gusta ¿Qué hay de malo en eso? - 

¿Obvio? ¿Qué tan obvio puede ser... ?

Bastante obvio. Lo suficientemente obvio para prácticamente haber entrado en un estado de depresión cuando estábamos peleados. Lo suficientemente obvio para que mis ojos se muevan por si solos. 

¿Qué hay de malo en eso?

Bueno, primero que todo, es mi maldita mejor amiga. Sin la que no puedo vivir. La que no me puedo permitir joder. 

Y, bueno, ella ya está bastante jodida. 

 - No sabes de lo que hablas, pero.... tienes razón - Admito, odiándome por ello - La estoy mirando ¿Feliz? -

No es como si me gustara, claro...

-Bueno, bueno, pero no te molestes. Necesitas relajarte. Mirar a otras personas. O a lo mejor otras cosas ¿Haz probado con las tetas? Porque Amanda tiene unas... -

Lo fulmino con la mirada y él deja de hablar, visiblemente avergonzado. Pero yo sigo molesto. Porque él tiene razón y no tiene sentido mirar a Amanda todo el tiempo, o de lo contrario se daría cuenta. Y estoy incluso más molesto porque diablos, él no puede pensar así de ella. No puede hablar así de su cuerpo. Quiero decir, yo me digo esas cosas en la cabeza todo el tiempo, pero jamás las diría en voz alta.

Ojalá pudiera amarte, siempreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora