death | #5 | teen wolf

11 | Liam.

| Liam.

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Este capítulo está dedicado especialmente a como un regalo de cumpleaños de mi parte. Espero que te guste mucho y muchas gracias por leerme. ❤️

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Brooke.

— ¿Qué diablos le pasa a este chico? —pregunta Isaac agitado, intentando sostener a Brett contra la mesa.

Derek y Caitlin nos habían sacado a los tres de la escuela, dejando a los demás en la escuela en espera de la policía, y Brett había empeorado notablemente en el camino hacia la clínica veterinaria en busca de la ayuda del jefe de Scott, el cual en este momento está sosteniendo una cuchilla en su mano mientras mi novio y Derek tratan de mantener quieto a Brett sobre la mesa metálica a pesar de sus violentas convulsiones.

Caitlin se encuentra de pie a mi lado, ambas siendo no más que espectadoras de lo que sucede porque los chicos no quieren que intervengamos; ella se ve bastante molesta por eso, pero no se queja al respecto, manteniendo sus brazos cruzados sobre su pecho y haciendo muecas de asco ante el líquido verdoso-amarillento que es expulsado de la boca de Brett.

—Lo envenenaron con un acónito raro —responde el doc—. Debo hacer una incisión, y ustedes necesitan inmovilizarlo tanto como sea posible.

—Déjennos ayudar —insiste la bruja por tercera vez desde que llegamos.

—No —espetan los hombres lobo al mismo tiempo.

Caitlin resopla y pone los ojos en blanco, evidentemente frustrada por el hecho de que se rehúsan a recibir un poco de ayuda ya que claramente no podrán retenerlo por más tiempo.

—Si no pueden inmovilizarlo, la incisión podría matarlo —advierte el druida.

—Se está resbalando. No van a poder sujetarlo por mucho más —les aseguro a los chicos.

Como si confirmara mis palabras, los brazos de Brett empujan con fuerza a Isaac y Derek lejos de él, enderezándose y mirándonos con sus ojos brillando de color dorado y asustados una vez que baja de la mesa. Un aura blanquecina rodea su cuerpo de un momento a otro y después cae al suelo, inconsciente, y los dos hombres lobo miran a Caitlin.

—Nunca dejes que un hombre haga el trabajo de una mujer —sentencia con severidad, bajando sus manos a los costados de su cuerpo mientras el aura blanquecina se desvanece y sus ojos vuelven a su color habitual: marrón.

Ladeo una sonrisa al escuchar sus palabras y me acerco a Brett, arrodillándome a un lado e inspeccionándolo con cuidado, notando su alarmante quietud.

—No creo que esté respirando —le notifico al jefe de Scott, levantando la vista para verlo. El hombre se arrodilla a un costado del cuerpo del inconsciente chico y hace un corte en medio de su pecho, un gas amarillento siendo liberado y permitiéndole a Brett respirar nuevamente—. ¿Él está bien? —pregunto con curiosidad, viéndolo abrir los ojos.