death | #5 | teen wolf

15 | Bonfire.

| Fogata.

Brooke.

Empujo las puertas dobles de cristal y camino rápidamente en dirección a la recepción del hospital, golpeando mis palmas contra el escritorio y asustando a la recepcionista detrás de este.

—Vengo por mi padre. El alguacil —notifico con urgencia, ansiosa.

Según lo que mi hermano había dicho antes de salir de casa hace casi una hora, el plan del otro día para descubrir la identidad de El Benefactor no fue un completo fracaso como todos pensamos pues Scott y Parker habían llegado a una misma conclusión: se trata de una banshee; y Lydia estuvo de acuerdo con ellos, contándonos que existía la posibilidad de que su abuela no está tan muerta como todo el mundo cree y podría estar ayudando a —o incluso ser— El Benefactor.

Ambos habían ido a la estación de policías para comentárselo a mi padre y al oficial Parrish, encontrándose con la no muy grata sorpresa de que uno de los oficiales había bañado en gasolina y prendido fuego en un estacionamiento a este último y, cuando se vengó del oficial Haigh, la bala que se disparó del arma fue a dar al hombro de papá.

—Brooke, por aquí.

Giro la cabeza a un lado cuando escucho a la madre de Scott hablarme, viéndola hacer señas para que la siga por el pasillo y obedeciéndola instantáneamente, caminando detrás de ella por el hospital hasta la habitación donde mi padre y mi hermano se encuentran junto a un doctor.

Le sonrío con agradecimiento y entro a la habitación, colocándome a un lado de Stiles y mirando a papá leer los documentos en sus manos.

—Bien, señor Stilinski...

—Alguacil —masculla mi hermano severamente, interrumpiendo al doctor.

—Alguacil Stilinski —corrige—. Está programada su cirugía para mañana por la mañana. Por desgracia, deberemos escarbar un poco para retirarle la bala del hombro.

—Sí, está bien. Una cosa. —Papá lo detiene antes de que salga de la habitación—. ¿Qué es esa parte? ¿Esta línea?

—La responsabilidad del paciente —dice el doctor, inclinado hacia mi padre para leer la línea que señala—. El seguro no cubre parte de la operación y la estancia hospitalaria.

Papá se ve preocupado.

— ¿Son partes importantes? ¿Partes costosas?

—Eso es entre usted y la aseguradora —explica el hombre de bata—. Pronto sentirá el efecto de la morfina. Trate de descansar, señor... Alguacil —reitera, saliendo de la habitación.

Papá, mi hermano y yo nos quedamos solos una vez que la puerta se cierra y pronto soy consciente del acelerado latido de mi corazón, preocupada por los problemas de dinero que acechan a mi padre desde hace meses y de los cuales no se supone que nosotros dos estemos enterados.