El conjunto de vivencias colorean tu corazón hasta alcanzar una gama determinada, el cual, definirá todos tus pensamientos, sentimientos y preferencias. Para poder comprender el color, debemos entender de dónde proviene.
¿Qué es lo que reside en el...
Idεα: Los sentimientos de Ryo Hayama en la evolución del odio al amor
Ռ/Թ: Espero haber satisfecho tu pedido, en si hace rato que no escribo Yaoi y por lo tanto no sabía cómo hacerlo, me puse entrar y pues aquí quedó espero que te guste y disfrutes que es lo primordial.
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Sus miradas se cruzaron por una segunda vez en el día, aunque le provocará una rabia interna perder contra aquel chico, Ryo sintió todos los deseos de voltearle la cocina entera para que dejará de clavar sus ojos verdes en él. El pelinegro se pasó una mano por la cabeza tratando de aliviar toda la frustración que tenía en su ser, miró hacia donde estaba Hayama con esa sonrisa le observaba orgulloso.
—Te cansaste de perder. —Los ojos carmesí de Ryo se clavaron en la figura del moreno, había estado perdiendo desde que decidió rentarlo muchas veces, pero aún así Ryo no quería admitir su derrota, quería vencer al menos una vez al cocinero de las especies.
—No me rindo —exclamó en un grito efaustivo el chico de cabellos negros, el peliblanco sonrió de manera retadora tratando de provocar aún más la ira en el chico.
—Deberías, después de todo yo soy mejor que tú. —Esas palabras habían caído como un jarro de agua bien fría en la conciencia del chico y Ryo que era una caldera hirviendo no le sirvió ese balde para calmar toda su ira.
—Mañana te volveré a retar —dijo el pelinegro para salir de ahí con el ego herido y la conciencia más caliente que un volcán en llamas.
Ryo pensaba, no solo en la cantidad de derrotas que había sentido manos de Hayama sino además en los fuertes latidos de su corazón que no se calmaban. Al principio Kurokiba no le prestó importancia, era los latidos de la rabia causada por perder; sin embargo con el pasar del tiempo y de las constantes batallas culinarias con el peliblanco se dio cuenta que eran mucho más que unos simples latidos de rabia o perdedor, eran los pasos hacia un nuevo sentimiento que el pelinegro casi no comprendía.
