La colina se desplomaba como las teclas de un piano al que le arrancaban el espíritu con las notas de un corazón atormentado cayendo a un vacío en espiral. El contraste de aquel cielo que aún lo iluminan las estrellas, era un lienzo apasionado impregnado con la esencia del drama.
Compungida aquella tierra, tras los pasos presurosos de unas piernas que parecen no encontrar final en el destino, el camino se vuelve historia y queda en el olvido, casi a propósito y apenas en un suspiro.
Las noticias que portaba, arrastraban una vida inmersa en dolor y sobresaltos y obligaban a terminar la escena de una obra a punto de acabar con un final sin precedentes.
Cordelia se atragantaba en su desesperación. El campo no era suficientemente grande como su pena. Estallaban lágrimas en las ventanas de su alma.
Alejándose del pueblo corrió, y tras ella un cielo gris se posaba sobre el lugar, desvaneciendo de a poco sus esperanzas, apagando todo rayo de sol de su interna felicidad.
Un vestido con miles de flores azules parecía despedir la alegría de su primavera mientras el listón lapislázuli contenía la desesperación de la madeja de sus largos cabellos morenos.
Llego al final del camino y dejando aquel hogar atrás, inhaló profundamente para retomar las fuerzas y buscar aquella estación.
Con exabrupto, puso el papel moneda sobre la tablilla y lo deslizó bajo el cristal. -Un boleto de ida. Por favor es urgente. Dese prisa, se lo agradeceré.--
El despachador frunció el seño y observó a la agitada mujer. Pero no hizo preguntas, simplemente le proporcionó el ticket.
De inmediato lo tomó, no esperó el cambió, el tiempo se agotaba. Corrió dirigiéndose a abordar el tren de las 4:00 AM y sus ropas empapadas en sudor pintaban su figura tras su agitación en la salida.
En medio del silencio en la estación, los silbatos angustiados de las locomotoras anunciaban con escándalo la próxima partida, ambientados de la amarilla luz del posteado, un ambiente taciturno empapaba de melancolía el alma que de a pocos se instalaba en el sentir de los pasajeros.
Y ahí se encontraba Cordelia, rumbo a la ciudad. Hecha un nudo en la garganta, llenándose de valor para continuar aquella travesía, sintiendo su corazón latir tan fuerte casi saliéndole del pecho. Pensaba en tanto...
Las horas del camino parecieron siglos para la desesperación de su alma... pero al tiempo nadie le apura... así que aceptó y esperó sin remedio... hasta alcanzar una reflexión que le permitiera una luz alentadora en medio de la oscura realidad.
Los pesares, como tormenta abatían las fuerzas de Cordelia. Sentía que su corazón no podía más, sin embargo debía llegar a su destino.
Cordelia tomó una honda bocanada de aire y respiró profundamente, cerró sus ojos mientras aquella veloz máquina se desplazaba de un poblado a otro, por su mente le pasaba la vida de Julián, quien se debatía entre este mundo y la muerte... y es que en un abrir y cerrar de ojos una vida entera parece nada, cabe en una exhalación desesperada...
-¿Qué diré a Fermín..?. se preguntaba la mujer con angustia.
Así, con la mente más veloz que la locomotora, Cordelia intentaba encaminar un discurso convincente para dirigirse a Fermín. El tiempo a bordo se volvió un parpadeo. Cordelia iba sentada en una butaca pequeña junto a la ventanilla, estaba absorta en su mundo complicado, los demás pasajeros parecían no notar la existencia de otros.
El amanecer inminente se dibujaba a través del cristal. Pero los rayos tenues apenas pintaban los grises paisajes, y seguía todo tan frío. Las manos de Cordelia se acompañaban una a otra para provocar calor, pero el día era tan helado como la sensación que ella llevaba en su corazón.
El mundo es un corredor de prisas donde no existe ocasión de ver cómo es que otros están a nuestro alrededor. Y nos volvemos insensibles y ajenos al prójimo.
Luego de siete horas por fin llegó, la estación destino era grande y populosa, con casetas y ventas de souvenir, era una mañana agitada en medio de aquella ciudad escandalosa. Sacó de su bolso un papel signado a mano, con una vieja dirección... parecía el recorte de un sobre ya antiguo... decía: -avenida de los árboles, "Calle del Olvido", casa número 59, de la quinta zona de la ciudad Solares.- ,
Cordelia vio aquella marea de gente. Las personas eran un gran murmullo, una figura asimétrica vista desde el cielo que se movía con vida propia. No parecían notar que ella estaba parada en medio de ellos. La multitud seguía su rutina y Cordelia se sorprendía de aquel extraño y gigante movimiento.
El tumulto de personas que iban en dirección contraria a ella la esquivaban sin apenas verla. De repente una mujer que parecía más empática al ver de frente a Cordelia dirigió su mirada a la de ella y fue ahí donde Cordelia tuvo la ocasión de detenerla para preguntarle por la dirección.
La amable mujer le explicó: -La avenida de los árboles queda a cuarenta minutos de este lugar. Toma el bus que sale de la siguiente esquina, solamente dile al piloto que te deje en esa avenida. El sabrá.
Cordelia agradeció y fue a la esquina donde abordó un autobús. Al abordar el bus, solicitó al conductor le llevase a ese lugar. El hombre vio la dirección y luego asintió con la cabeza. No está tan lejos de acá, dijo a Cordelia. En efecto, después de un rato el piloto le indicó que se encontraban a un costado de dicha avenida. Ella agradeció y descendió. El cielo parecía no tomar color incluso después de pasado el medio día.
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MENSAJE URGENTE PARA FERMIN
RandomLa campiña se encuentra triste porque Cordelia ha partido de emergencia a la ciudad. Julián se encuentra muy enfermo y una triste tormenta de luto está a punto de estallar sobre el pueblo. Pero el amor y la amistad son una medicina capaz de curarnos...