DE VUELTA A LOS CHIVALETES

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Por fin habían vuelto al pequeño pueblo de Cordelia. Ahí en medio de un ambiente tranquilo y campirano, el tren había cesado la marcha en una estación bonita y casi sacada de cuento.

La pobre Cordelia sentía el cuerpo pesado. Había salido ese mismo día de madrugada. Había caminado por una ciudad grande y desconocida, buscado y encontrado a un hombre que no sabía siquiera sin aún existía y lo más sorprendente, lo había convencido de viajar con ella.

Fermín se enderezó y trató de no hacer notar que su cuerpo cansado por los años estaba entumecido, sin embargo le costó un poco caminar.  No estaba en un lugar conocido, así que se dejó en manos de Cordelia para que le guiara, pues era poco lo que podía ver.

Al bajar del tren y entrar en la Estación, una especie de miedo invadió a Fermín, quien se detuvo repentinamente y se petrificó en medio camino. Cordelia se volteó y le trató de animar a seguir, pero Fermín no respondía. Ella pudo ver en el rostro del hombre que la duda ante la realidad era una ola que le golpeaba con fuerza y de frente y Cordelia temía que se derrumbara en ese punto.

-Fermín... estás bien? --Dijo suavemente Cordelia, sin apresurar al anciano. No quería que toda aquella decisión se tornara en un ataque de pánico y se echara de vuelta justo cuando estaba por llegar a su destino final.

-Cordelia... Julián puede ver bien?

-Si! él tiene una vista impecable... por qué me preguntas eso Fermín...

-Dime con sinceridad: Me veo muy mal?

Cordelia sonrió enternecida por la pregunta.

-No Fermín, por el contrario se ve usted muy bien. Además, estoy más que segura que a Julián le dará tanto gusto volverlo a ver. Vamos! acompáñeme.

Cordelia tenía una manera dulce de convencer a quien fuera, así que Fermín no dudó y continuó el camino junto a ella. 

-Dime Cordelia: cómo es este lugar? Más grande que Ciudad Solares...

-No Fermín. Este es un pueblo muy chico. El lugar a donde vamos está en Colina, arriba. Acá hace un especial clima frío y los árboles perfuman con su vaivén todo el pueblo. Este es un lugar donde la gente que lo habita no nació acá. Todas las personas son foráneas y no se interesan mucho por lo que hacen los demás.

-Es increíble, porque no pensé que algo así pudiera existir!

-Sí, pero bueno, el mundo ha cambiado Fermín.

-Y... Julián donde vive?

-Pues talvez lo que te digatle cause un poco de felicidad, porque el vive en "Calle de Las Letras", nombrada así por la gente porque Julián pasó todos estos años allí haciendo funcionar una pequeña imprenta, herencia de su padre, bueno.... mi abuelo. Pero igual no le conocí nunca, así que es difícil para mí imaginarme un abuelo. Todo lo que tuve fue a mi madre.

En ese momento, pasaban la placita principal. Ahí se mezclaban sonidos distintos y aromas peculiares. Fermín preguntó si estaban frente a algún café. Cordelia lo llevó del brazo directo a la pequeña panadería, pidió algunos panecillos y luego salieron. Pasaban de las 9:00 pm.

Fermín estaba tan cansado pero su ansiedad por llegar lo hacía olvidar sus pesados 89 años. Finalmente estaban frente a la puerta de la casa de Julián. Cordelia se giró en torno a Fermín y le dijo con voz seria y suplicante:

-Fermín, cuando fui a buscarte te dije que fue a causa de Julián. También te dije que soy su hija y que mi madre amó profundamente a papá... 

-Así es. Lo recuerdo.

MENSAJE URGENTE PARA FERMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora