Capítulo 21

1K 111 62
                                    

Narra Joaquín.

Realmente no estoy enfadado con Emilio, simplemente estoy molesto porque pensé que me apoyaría con la decisión que tomé respecto a Mario, en parte sé que tiene razón pero quiero intentarlo por lo menos y no sentir que no hice nada por él.

Estoy en el hospital trabajando como de costumbre pero las náuseas me tienen destrozado, apenas tengo fuerzas para ponerme de pie, un compañero me está ayudando con los pacientes.

— Enano ¿Cómo sigues? — escucho la voz de Erick preguntarme.

— Me asustaste. — dije poniendo la mano en el pecho. — Estoy mejor. — aclare.

— En ese caso mira lo que te traje. — me enseña una bolsa repleta de saladitos y frutos secos.

Mis ojos brillaron por lo que estaban viendo, los alimentos salados es lo único que me alivia las náuseas.

— ¿Cómo supiste? — cuestione metiéndome unas almendras bañadas en sal en la boca.

— Bueno digamos que tu hombre me llamó para saber de ti, y le dije que estabas con náuseas aún y entonces me pidió que te comprará cosas saladas que te ayudaban. — me informa mientras unas pompas explotan en mi interior por la consideración de Emilio.

Sonreí felizmente y no digo nada mas solo me limito a comer.

Mientras me hincho a comer todo lo que compró Erick, le mandé un mensaje a mi querido policía.

Yo:

— Te escribo porque eres lo que pienso, te pienso porque eres lo que quiero. Gracias por el detalle de los saladitos amor.

Le doy a la tecla de enviar y cierro la pantalla de mi móvil mientras estoy tecleando unos informes de pacientes en el ordenador, hoy me dejaron hacer el trabajo fácil.

En mi hora de descanso, llamé al abogado explicándole el caso de Mario, le pedí una apelación a su sentencia, quiero un nuevo juicio.

Me explicó que hará todo lo que esté en su mano, pero primero tiene que estudiar su caso, si es posible apelar a su favor o no.

Mi teléfono vibra en mi bolsillo enviándome que recibí un mensaje, rápidamente pienso que es Emilio, así que lo desbloqueo y procedo a leer lo que me escribió,

Emilio:

— Todo sea por complacerlo señorito, yo también te quiero bebe. PD: Espérame en el hospital, pasaré a recogerte.

Una risita tonta sale de mi garganta lastimada por los vómitos. A partir de ese momento las horas restantes pasaron rápido, mi anhelo de ver a Emilio y besarlo se hacían cada vez más grandes.

Estoy en el baño del hospital retocando mis rizos, mientras escucho unos cuchicheos de unos compañeros que estaban de prácticas.

— ¿Has visto al chico ese que está fuera con los brazos cubiertos de tatuajes? — dice uno de ellos.

— Oh sí, está bueno el cabrón, vaya cuerpo y vaya rostro. — responde su compañero, lo cual me hace pensar que están hablando de Emilio.

— Como me gustaría que me hiciera suyo en este mismo baño. — habla el anterior.

Los celos me dominan al oírlos, así que me acerco a ellos para escuchar mejor para interferir en su conversación.

— ¿Están hablando del chico con los ojos marrones? — pregunté con una sonrisa falsa.

— Si ese mismo, vendería mi alma al mismísimo demonio por estar en sus brazos. — suelta uno.

Espero a que estén a punto de salir, y me adelantó por unos segundos antes que ellos, veo como Emilio me sonríe, y me acerco a él mirando a ver si están fuera o no, pero aún no salen así que Emilio se acerca para besarme pero le hago la cobra, me mira sin entender mi actitud, después observé cómo se abre la puerta y salen ellos bien descarados mirando a mi hombre de manera muy sensual, entonces empieza mi show.

Planté un beso largo e intenso, posando mis manos por su cuello mientras las manos de él me agarran el trasero, mis pulmones se quedan sin aire pero no me separo, porque sé que aún están mirándonos y eso me encanta.

Terminé de besar a mi amor, y me acerco a ellos.

— No se preocupen chicos, cumpliré sus fantasías. — añadí burlándome de ellos, después vuelvo hacia Emilio de nuevo, pasa sus manos por mi cintura sin dejar de mirarme.

— ¿A qué vino eso? — musita en mi oído mostrando su perfecta dentadura.

— Quieren lo que es mío. — digo seriamente.

— Hmm... en ese caso te aplaudo, hay que marcar terreno.

— Por supuesto. — agregue siguiéndole la corriente a su hermosa carcajada.

Ya saben lo que dicen cuando una persona es celosa, incluso el diablo no sabe lo que piensa.

Llegamos al apartamento, me cambié de ropa y me puse a cocinar, hoy me apetecía comer en casa, así que preparé pescado al horno junto a unas papas asadas y ensalada.

Mi móvil suena a lo lejos, camino donde está y lo agarro es el abogado, pienso que tiene noticias sobre lo de Mario.

— Buenas tardes. —saludo. — Dígame que tiene buenas noticias. —añadí nervioso.

— Lamentablemente no, estudie el caso de su amigo, pero es imposible apelar en su favor. El juez ya dictó sentencia. Los cinco años que le impuso no se los puede quitar nadie. — me notifica.

— Vale, muchas gracias. — digo y después cuelgo sin decir nada más, mientras tengo a Emilio frente a mí mirándome.

Suelto un suspiro de agobio dejando el teléfono en la isla, me da pena al saber que no se puede hacer nada, hubiera pagado lo que fuera necesario para ayudarlo.

— ¿Estás bien? — cuestionó él con el ceño fruncido.

— El abogado dijo que no se puede hacer nada por Mario.

— Lo intuí. — dijo Emilio.

Narra Emilio.

El caso de Mario era algo perdido, porque según las acusaciones es cómplice de tres delitos de tercer grado, eso significa que era imposible salir impune de su castigo.

Aun así hablé con el juez que lo condenó para averiguar si se podría contribuir en su defensa pero me informo que era una pérdida de tiempo.

Aunque no estuve de acuerdo con Joaquín en ayudar a su amigo, al verlo salir de casa pensativo sobre el tema quise intentar colaborar pero no sirvió de nada.

— ¿A qué te refieres Emilio? — me pregunta.

— Que esta mañana hable personalmente con el juez ya que es un buen amigo mío, pero me dijo que no se podía hacer nada por él.

— ¿Por qué no me dijiste?

— Porque no sacaste el tema amor, además ya déjalo estar. — le pido. — Si Mario tiene un buen comportamiento saldrá en menos de cinco años. — vuelvo a decir para intentar aliviar su tristeza.

Se queda callado, solo suspira afligido, entonces me arrimo a él para mimarlo con besos tiernos y cortos en su hombro, después subo rítmicamente por su cuello, hasta llegar a la comisura de sus labios donde lo pinché con la barba, muerdo su labio inferior con primor.

*************

¿Qué les pareció?

👮🏻El Policía 🚔*Emiliaco* (Adaptación)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora