Vínculos que sobrepasan estados

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Aun con pasos pesados, el camino se hizo un poco más fácil de llevar con esa sonrisa en la cara; la penumbra se aligeraba, podía verse por completo y recordarse casi todo el tiempo. Sus pasos tenían eco y hasta una bella canción reconoció antes de verla sentada leyendo un libro.

Sonrió inhalando y contendiendo el aire, no había manera de que no reaccionara así ante ella.

-¡Sakura!

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Ella le cepilló el cabello mientras él se quedaba quieto, sentado entre sus piernas y esa sonrisa emocionada contenida mientras comía un ramen que ella misma le trajo; otra vez retrocedió a ser un crío pequeño y consentido por la mujer que no dejaba de revisarle las orejas y las uñas. La temperatura adecuada... que se viera guapo.

-¿Cómo ha ido todo?

-Muy bien, estoy bien. ¿Y tú? ¿Eres la real?

-No creo. –le dijo sonriendo. -¿Has visto a Sasuke?

-No. –le dijo serio y miró las penumbras. –Pero ahora que me lo recuerdas, es hora de que vaya a buscarlo, dattebayo. –se puso de pie y antes de caminar sintió el jalón que lo hizo caer de nuevo sentado.

-¡Naruto, no seas desesperado! No es como que me vaya a quedar mucho tiempo, idiota. –le jaló la oreja. –Solo... creo que... quería despedirme de ti.

-¿Sí? –le dijo masajeándose la oreja herida y luego creciendo un poco mientras la sentía acercarse hasta recibirla en un abrazo. –Hey...

-... ¿Puedes... podrías... quedarte? –le apretó de la chamarra. –Podría... podría hacer algo para que...

-Sakura.

-Es que si te vas, yo... -le tembló el cuerpo completo. –Naruto, eres mi mejor amigo. –le dijo mientras se dejaba abrazar con fuerza por el rubio. –Y no sé qué haré sin ti allá... -hipaba de dolor, llorando aferrada con terror a su cuerpo.

-Pensar en mí. –le dice entre risas pero con total honestidad. –Me refiero a... -la sintió hacerse una niña pequeña en su regazo. –No es como si dejara de existir, ¿verdad? –le preguntó pero ella, pequeñita, se restregó aún más en su pecho. –Anda, anda... debe haber alguien que me ayude un poco por allá.

-¡No quiero! ¡Te quiero a ti conmigo!

-Necesito que des mucho amor allá. Falta mucho de eso ¿entiendes? Y que hables de mí. –le explicó mientras la veía crecer un poco más. –Y mis hijos... -le confesó rejuveneciendo un poco él, quedando a la par. –Creo que esta vez te toca sufrir por los dos un poco.

-Jamás podría anivelarte.

Naruto presionó sus labios y luego le puso ambas manos en las mejillas húmedas de llanto. Pegó su nariz a la contraria y luego la volvió a abrazar. –Estamos tan unidos ¿te das cuenta? Que hasta puedes venir aquí para verme. –El abrazo fue correspondido mientras la edad se tornaba actual, siendo los adultos que lograron. –No necesitamos ser iguales ¿lo ves? Todos nos unimos y esos hilitos... no se cortan jamás. –le explicó y la separó un poco para que notara el que los conectaba corazón a corazón. –Eres mi mejor amiga, Sakura.

Un silencio se hizo mientras Naruto la miraba de nuevo crecer a lo largo de su camino y por fin podía sentir todo su dolor. Y ella también lloró la tristeza y vacío del rubio. Se conectaron como no pudieron en vida.

-... No sé por qué me preocupé... -le dijo intentando limpiarse el rostro. –Después de todo eres Naruto.

-Jajajaja... siempre tu Naruto. –se puso de pie y le ofreció la mano. -¿Me cuidarás a todos allá?

-... ¡Claro que sí, idiota! –se dejó levantar pero no soltaron su mano.

-Acompáñame un rato entonces. –le dijo y al primer paso ya estaban en ese caminito en el claro del bosque. Olía muy parecido, casi idéntico que con Hinata, de hecho apostaba que era el mismo lugar. Quizá se debía a la misma sensación de tener que cuidarlas. Sus manos no se soltaban mientras pétalos de cerezo les caían a ambos en el cabello y los hombros.

-... ¿Aquí lo verás?

-No tengo idea, dattebayo.

-¿No lo buscarás?

-Claro que sí. Pero como tú dices, solo tenemos un tiempo tú y yo.

-... Sí. –se pegó un poco más y ambos se sentaron bajo la sombra de un árbol. -¿Crees que este sea mi...? –le dio temor terminar la frase.

-¿Te gusta? Creo que yo los construyo, dattebayo. –dijo acariciando el pasto tapizado de pétalos ya caídos. –No merecías menos. –le dijo mientras tomaba una flor completa y la sostenía con ambas manos antes de olerla y jugar con ella un poco, con mucha delicadeza. –A todos les construyo uno.

-Dependemos mucho de ti. Incluso ahora. –le dijo con tristeza en su voz. –Quédate. –le rogó de nuevo.

-No puedo. –le acomodó el cabello. –Quiero irme esta vez.

-... Auch.

-Perdón, Sakura... esta vez tendrás que hacerlo tú.

-¡Oh! –jadeó mientras sonreía entre su llanto. –No puedo evitar llorar, me veo como una idiota y...

-¿Sabes? Tú eres fuerte porque lloras. Cuando uno llora, las cosas se relajan... yo solo... solo reprimía muchas cosas y esas pequeñas ocasiones en que lloré... era un alivio tal que... sentía que rejuvenecía. Así que está bien. Puedes llorar, niña... que eso no te detenga nunca, solo camina mientras lloras... o llora mientras caminas, dattebayo. Dale un puñetazo a la vida mientras lloras también. –le animó hurgando en su bolsillo hasta encontrar el pañuelo deseado y dárselo. –Solo ten en mente esto. –le dijo alzando el dedo índice. –Eres la mujer que ponía en orden al gran Naruto Uzumaki, dattebayo. –le sonrió. –Y te amé con mucho gusto. –le dijo acariciando su cabeza. –Fuiste alguien en mi vida y me construiste, con esa idea, camina, dattebayo.

-Naruto, presumido. –le quitó la mano mientras doblaba y desdoblaba el pañuelo, nerviosa. Luego recibió un beso en la mejilla que le hizo sonreír aliviada. –Quiero que vengas por mí después.

-Sí. Espérame, si es lo que quieres, yo llegaré. Te lo prometo. –se dejó apretar las mejillas y luego recibió su propio beso en la mejilla derecha. –Adiós, Sakura.

-Adiós, Naruto.

A ella la dejó ahí, con total tranquilidad y ese pañuelo en sus manos sin guantes. Con el libro para matar el tiempo y con un ramen caliente esperándole para cuando se volvieran a ver. Con ella sí que se giró antes de decidir continuar, observándola pensar en él y sonriendo, dio el próximo paso.

.

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De todos modos, la alegría le colmaba el corazón mientras recordaba todo el tiempo con ella y tras un suspiro que sonó más a sollozo, soltó el llanto ruidoso mientras gritaba de dolor y caminaba flotando.

-Segundos, solo segundos, no tardaré nada, Sakura. 

Muerte, camino, cielo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora