Asomó primero la cabeza y miró el enorme espacio lleno de libros y revistas pornográficas, algunos posters en las paredes y un montón de comida y bebidas en una esquina, todo desordenado. Inhaló el aroma de todo y reconoció aquello tan familiar que le hizo sonreír y adentrarse infantilmente cerrando la puerta detrás de él.
-¡Ya llegué! –le avisó con una sonrisa de oreja a oreja mientras se quitaba los zapatos y miraba el lugar. –Dije ¡Ya llegué!
-¡Deja dormir!
-¡Ero-sennin! –corrió apenas supo de dónde venía la voz, entrando a una habitación donde una cama escondía bajo sábanas a un cuerpo. Naruto se convirtió en un niño de nuevo y dio varios pasos hacia atrás antes de correr y saltar sobre aquel cuerpo ebrio que le recibió con dolor y quejas. Naruto reía mientras cabalgaba sobre el anciano que intentaba levantarse aun con la cobija enredada en su cuerpo. -¡Arre, arre!
-Niño, me vas a matar.
-Ya estamos muertos. –le dijo cayendo sentado sin mucho énfasis en el dolor por la caída. –Lo extrañé mucho. –se le colgó al cuello. -¡Abráceme, Ero-sennin!
-¡Venga, hazte a un lado, mocoso! –se masajeó la espalda antes de verlo de cerca, de pies a cabeza, levantarlo con una mano desde el tobillo haciéndolo colgar en el aire entre risas. -¡¿Qué haces aquí?!
-Vine a verlo. –le dijo más calmado siendo depositado en la cobija hecha bolas aun en el suelo. –Se fue sin mí, y sin despedirse, dattebayo. ¡Por su culpa lloré mucho!
-... Mmm... ah, ya, sí, lo recuerdo ahora.
-¡¿Se le había olvidado?!
-No es muy importante en este lugar.
-¡¿Es este su cielo?! ¿Un cuartucho sucio y lleno de pornografía? –tomó una revista notando los enormes poster de chicas en bikini.
-Oye, oye, cada quien tiene lo que busca.
-¡¿Buscaba pornografía, dattebayo?!
-¡Silencio! ¡No entiendes nada, solo eres un niño! –le elevó aún más la voz. –Cuando seas grande lo entenderás.
-Crecí lo suficiente para probar el alcohol, el sexo y tener suficiente dinero y no son cosas del otro mundo ¿eh? –le aseguró y luego le apuntó acusador con el dedo índice. -¡Lo que pasa es que usted es un viejo pervertido y siempre lo será!
-¡Respeto! –le dio un coscorrón y luego caminó arrastrando los pies. –Ah, esto cada día es más agotador.
-¿A dónde va? No me deje de nuevo. –le siguió gateando unos pasos antes de levantarse y correr.
-Pareces pulga, suéltame. –abrió el refrigerador unos segundos mientras se rascaba el trasero.
-No. Tengo que disfrutarlo. ¡Entrenemos juntos, dattebayo! –saltó hacia todos lados. –Luche conmigo, verá que fuerte me he puesto. ¡Ande, ande! –le jalaba de la ropa hasta que sintió un golpe que lo llevó lejos cayendo entre libros. -¿Ah?
-Sigues siendo solo un debilucho.
-¡Ya verá! –en el mismo salto creo otros tres clones que formaron a las sexys chicas que siempre tenían efecto en el anciano y le dio tanto gusto verlo sonreír atontado, fue tan gratificante y familiar todo aquello que simplemente ya no decidió pelear con él, solo deshacer el jutsu y reírse de él. –Sigue siendo el mismo viejo verde, por eso no se supera.
-Con eso no se juega, mocoso. Me la paso muy solo por aquí.
-¿Solo? –eso le retiró toda risa.
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Muerte, camino, cielo.
Fiksi Penggemar-¡Naruto! ¡Mírame, estarás bien! Mírame... ya viene la ayuda... solo un poco más. ¡Naruto! . . . Así despertó Naruto, perdiendo sentidos, ciego, sordo, sin sabor en su lengua, sin olores a su alrededor. Se sentó sin saber si estaba de cabeza, pues...